Sin nada en juego más que la dignidad, que no es un asunto nada trivial, el Levante UD se despidió de la Copa del Rey recuperando crédito con una victoria de prestigio contra el Real Madrid, después de un soberbio partido, trepidante en intensidad, con un gran papel colectivo y con un Xisco Muñoz estelar. En comunión con la grada, entre todos anularon del campo al conjunto de José Mourinho. «The Special One» acabará la temporada sin saber qué es ganar y marcar un gol en Orriols, la fortaleza granota. El equipo de García Plaza confirma el crecimiento exhibido en el Camp Nou y aguarda el futuro con las mismas limitaciones, pero rebosante de optimismo.

Las ganas y las ocasiones, desde el inicio, las puso el Levante UD, como la que tuvo Xisco Muñoz tras un eslalon de treinta metros. Por contra, un Madrid relajado y sin sus primeras espadas tocaba la pelota muy lejos de la portería de Munúa. La labor en el repliegue defensivo era efectiva, con las líneas muy juntas, muy atentos en las ayudas y con Héctor Rodas, que reaparecía ayer, sobresaliente.

La noticia en los visitantes no parecía estar en el terreno de juego. Muy superior a la inmensa mayoría de sus rivales, los merengues siguen sin controlar las formas, una cosa tan sencilla. Por ejemplo, en pleno juego las cámaras captaron a Mourinho contando una ocurrencia a los componentes del banquillo, que respondieron con una carcajada. Más tarde, Pepe, un imponente central al que le cuesta saber ganar y que en el partido de ida celebró con histrionismo los últimos goles del 8-0, mandó callar a la grada cuando salió a calentar. En el descanso Mourinho se enfrentó en el túnel de vestuarios con Ballesteros... Son esa clase de detalles que no entienden de palmarés o presupuesto, pero que también describen una grandeza de la que el Real Madrid, como institución, hace gala.

Otro de los capítulos polémicos llegó con un doble manotazo de Benzema a Nano. Muy parecido (solo que con más puntería) al que le costara la tarjeta roja a Aduriz en el Valencia-Espanyol. Estrada Fernández resolvió el lance con una amarilla para el delantero francés. La primera mitad finalizó con un fuera de juego inexistente señalado a Rafa Jordà, que se prestaba a enfilar en solitario la portería madridista, y con un fortuito cabezazo entre Cerra y Arbeloa, que dejó a los dos futbolistas aturdidos en el suelo y que necesitaron asistencia para poder continuar.

La superioridad levantinista se intensificó tras el descanso. Los pupilos de García Plaza se adelantaron en el marcador con un penalti por unas manos de Gago al protegerse de un centro. Xisco Muñoz, un veterano en estas lides, aguantó la demora en el lanzamiento —Estrada Fernández, detallista, vio que la pelota no se quedaba fijada en el punto de penalti— y ejecutó con frialdad la pena máxima.

Orriols celebró el tanto con la ola mexicana y, en los minutos posteriores, Jordà, a dejada de cabeza de Stuani, y Cerra aplazaron el segundo. García Plaza premió a los canteranos Lois e Higón con minutos. Sólo en los últimos instantes el Madrid enseñó su orgullo, con un cabezazo al palo de Kaka. Quedaba la guinda, reservada para Sergio. El mediocentro lanzó un golpe franco con rosca a la escuadra, llevando el éxtasis a la grada. Era el final más apoteósico posible para homenajear a Antonio Calpe y para preparar el derbi contra el Valencia con el máximo entusiasmo.