Increíble, pero cierto. El Levante consiguió ayer lo que no había logrado nadie esta temporada como es ganar en El Madrigal. Además, lo hizo de forma solvente, sorprendiendo con un 5-4-1 a priori defensivo, pero traducido en una anulación total de las ideas del Villarreal. El triunfo es el segundo consecutivo, tras el logrado ante el Getafe y después de dos encuentros sin encajar goles.

Los de García Plaza no sólo vencieron a uno de los grandes de la Liga, sino que presionaron en todo el campo hasta asfixiar a su rival, con una pareja Pallardó-Xavi Torres, inconmensurable, con Valdo en racha y no sólo porque lleva dos goles seguidos, sino porque no se parece en nada a aquel que empezó la temporada. Y con una defensa donde cada uno de los tres centrales —Ballesteros, Nano y Del Horno— salía a por todas a cortar las jugadas de Nilmar, Rossi y compañía.

La victoria no permite salir de los puestos de descenso, pero sí dejar la zona de salvación a un punto a la espera de recibir ahora a un Almería que es penúltimo. Además este triunfo, el 50 en Primera División de los azulgranas, ayuda al otro equipo de la ciudad, el Valencia, a acercarse a los castellonenses siempre que hoy derroten al otro club de la Comunitat Valenciana, el Hércules. Es un auténtico lujo poder disfrutar de dobles derbis como el de este fin de semana y, con partidos como el de ayer es más que probable que se reediten la próxima temporada porque así el Levante no puede bajar de categoría.

El Villarreal tuvo ayer una falta de ideas casi total que hacía crecerse a los levantinistas quienes llevaron el control desde poco antes del ecuador del primer tiempo. Una falta lejana rematada por Juanfran en el área acababa en las manos de Diego López en el que era el primer remate del partido entre los tres palos.

Tras muchos minutos aguantando las embestidas visitantes, el Villarreal mostraba atisbos de reacción con un disparo lejano de Nilmar que se marchaba muy cerca de la escuadra y con una contra donde Ballesteros, muy atento, cortaba el último pase.

La presión visitante era tal que en ocasiones había hasta cuatro levantinistas en la esquina del córner local. Así fue como consiguieron robar el balón para que Stuani centrara al segundo palo donde Juanfran, tras pensar tal vez demasiado, mandó el balón a córner con un disparo cruzado.

Stuani intentó incluso engañar al árbitro al sacar la mano en un remate, pero no coló y vio la tarjeta amarilla. De ahí hasta el final del primer tiempo, el Villarreal puso una marcha más y disfrutó de las mejores oportunidades. En una el balón se paseo por la portería de Munúa y en la siguiente fue el meta uruguayo quien, en una parada de reflejos, mandó a córner un peligroso tiro de Rossi.

Tras el descanso, el Levante siguió mostrando su mejor versión. Primero avisó Stuani en un intento fallido de colgar el balón a Diego López e inmediatamente después Valdo se quedaba también sólo, pero optaba por recortar para luego marcar a placer.

El Villarreal, ya con el marcador en contra, no le quedaba otra que abrirse más y ello era aprovechado por el Levante para seguir generando ocasiones muy peligrosas en velocidad. En una de ellas, Xisco Muñoz se internaba por la derecha y era parado por Marchena en un posible penalti que el colegiado no consideró como tal.

El Levante no estaba dispuesto a venirse atrás y entraron Rafa Jordà y a Juanlu por Xisco Muñoz y Stuani, buscando más frescura en ataque y también en la presión desde las líneas más avanzadas. En los últimos minutos, el Villarreal dio más de un susto con balones colgados, pero la concentración del Levante era total y no daba opción a que se escaparan tres puntos en el mejor partido de la temporada, por la imagen dada, por el duro rival, por lo que significa y por la ilusión que genera.