El sorteo de los cuartos de final de la copa EHF cayó ayer como una bomba en Sagunt, tanto que el Mar Valencia de Cristina Mayo se plantea muy seriamente renunciar a su participación en esta eliminatoria. El motivo es la precaria situación económica en la entidad, que quedaría mucho más dañada si se hace frente al viaje a Rusia al que le obliga su emparejamiento con el Lada Togliatti.

"Posiblemente no vayamos", reconoce Mayo, quien añade que "tenemos que hacer cuentas para concretar los gastos comprometidos hasta final de temporada, pero las jugadoras no van a pagar este viaje con más reducciones de su sueldo". En este sentido, la entrenadora asegura que "alguien tendrá que echarnos una mano, porque, en caso contrario, nos veremos obligadas a renunciar a esta competición".

Sobre los gastos de esta eliminatoria, el Mar Sagunt tiene fresco el último precedente, ya que la cuarta ronda les llevó a la ciudad rusa de Krasnodar. Nos costó entre 25.000 y 30.000 euros y ya no podemos afrontar otro gasto de este tipo", reconoce Mayo.

En cualquier caso, la primera medida será solicitar al Lada la disputa de los dos partidos en tierras rusas, una opción que desde el propio club se ve poco viable.

La entrenadora reconoce en este sentido que "en nuestras previsiones de principio de temporada no acertamos con el presupuesto para la competición europea, ya que no confiábamos en llegar tan lejos". Ahora y después de superar dos rondas "es un sufrimiento ir ganando eliminatorias, porque supone más un castigo que una alegría". La presidenta del Mar Valencia también carga contra la federación europea, ya que "no logro entender los criterios para determinar los cruces, teniendo en cuenta la situación que vive el balonmano femenino".

Posible sanción

En el caso de que el Mar Sagunt acabe renunciando a su viaje a Rusia, la entidad valenciana se enfrenta a una sanción de entre 3.750 y 15.000 euros, así como a la exclusión de competiciones europeas por dos temporadas, según marca la regulación de la EHF. Esta condena supondría en la práctica el acta de defunción para el Mar Valencia, que basa buena parte de su presupuesto en las ayudas públicas en concepto de su proyección internacional.