Un par de horas antes de que Messi -¿quién si no iba a ser?- rompiera la larga serie de imbatibilidad valencianista, el Levante arrancaba un valioso punto de Anoeta. Aparentemente, ambos resultados no guardan relación entre sí. Pero, acabado el partido de Mestalla, en el encogido ánimo de Manolo Llorente debieron entremezclarse ambos factores, de manera que si aún albergaba alguna duda al respecto, quedó definitivamente despejada: Unai Emery, como casi todo el mundo ya sospechaba, no seguirá como entrenador del Valencia la próxima temporada. And the winner is..... Luis García Plaza. El técnico del Levante es el ungido por el presidente valencianista para ocupar el patibulario banquillo de Mestalla.

Se han barajado -se están barajando todavía- otros nombres que o son del agrado de Llorente -Mauricio Pellegrino, Héctor Cúper...- o encajan en las preferencias del coordinador técnico, caso de Mauricio Pochettino. Pero G.ª Plaza es quien mejor se ajusta al perfil que busca Llorente: Joven -38 años recién cumplidos-, con ilusión, con casi todas sus ambiciones por colmar, con conocimientos suficientemente demostrados en el Levante y, sobre todo, de caché asumible, muy por debajo de lo que pedirían otros. Además, conoce el equipo e incluso, personalmente, a muchos jugadores. Así que no se hable más.

Renovar otra temporada a Unai era otra de las posibilidades que ha venido contemplando Llorente, pero la derrota ante el Barça, prácticamente, la ha descartado. Y no es que el triunfo habría supuesto la renovación automática. Ni siquiera la tercera plaza de la clasificación final le garantizaba la continuidad al técnico vasco. En este sentido, M. LL. aunque no ha querido mojarse, tampoco ha disimulado demasiado a la hora de mostrar su escasa conexión con Unai, al que nunca ha apoyado públicamente; bien al contrario; si algo le ha enviado el presidente al entrenador han sido reproches.

En realidad, Emery nunca fue el entrenador preferido de Llorente, ni de Fernando Gómez. Era un nombre heredado de Juan B. Soler, con todo lo que ello implica para alguien al que siempre le ha gustado marcar su propio territorio y moverse en su exclusiva secta de confianza. Y Unai no forma parte de ese círculo.