Dos jóvenes jugadoras del Mar Sagunt, Bea Escribano y Eli Chávez, fueron desalojadas esta semana del piso de alquiler que compartían en el Port de Sagunt, debido a las deudas que el club acumula con el propietario de la vivienda.

La entidad presidida por Cristina Mayo, cuyas penurias económicas se han acentuado por el retraso en el pago de patrocinios comprometidos por 100.000 euros, no ha podido hacer frente a las mensualidades del alquiler desde principios de año, así que Bea y Eli se encontraron el pasado miércoles a las 9.30 horas con la visita de un secretario judicial con una orden para que las jugadoras abandonaran el piso.

Mayo reconoce que "esto es para llorar, por el mal trago que pasaron las chicas y por el desprestigio que supone para todos un hecho de este tipo". El origen del problema, según explica, está en que "el dinero que nos llega lo hace mal y tarde", lo que obliga al club a ir parcheando sus obligaciones hasta que ingresa todas las aportaciones presupuestadas.

En este sentido, la entidad saguntina espera desde hace meses el pago de los 60.000 euros comprometidos por el parque industrial Parc Sagunt, que era el principal patrocinador hasta el pasado ejercicio con una aportación de 200.000 euros. Este ingreso, según se comunicó ayer mismo al club, llegará la próxima semana.

En cualquier caso, la entrenadora confiesa que estas dificultades en la liquidez del Mar Sagunt son una constante a estas alturas de temporada durante los últimos años y, aunque "siempre acabamos pagándolo todo, algunos han dejado de fiarse", reconoce con amargura Cristina Mayo.

Después de recolocar en otro piso a las jugadoras, que llegaron a Sagunt en plena etapa de formación procedentes de Ciudad Real y Canarias, y capear el "lógico" malestar que generó este incidente entre sus familiares, el club espera recuperar cierta normalidad para afrontar la parte final de una temporada en la que tiene en la mano acabar en posiciones europeas.

Un club en grave riesgo de desaparición

El Mar Valencia de Cristina Mayo viene sufriendo la crisis del balonmano femenino desde hace años. Tras constantes rebajas tanto en patrocinios como en salarios, una de las entidades más laureadas del deporte valenciano parece inmerso en una situación límite, que hace incluso peligrar su supervivencia de cara a la próxima temporada. En cualquier caso y con la esperanza de evitar un triste broche a más de tres décadas de dedicación al balonmano, Mayo reconoce que "estoy dispuesta a seguir ahorrando para cerrar un presupuesto digno que nos permita seguir, pero veo pocas puertas abiertas". r.h. sagunt