Entiendo que Barça y Madrid se miren de frente pensando en la final de la Copa del Rey, pero no entiendo que Madrid y Barça se miren de reojo mientras piensan en una semifinal de la Liga de Campeones. El 20 de abril, culés y merengues tienen una cita en Mestalla. A finales de abril, puede que azulgranas y blancos se vean las caras en toda una semifinal de la Copa de Europa, pero antes tendrán que eliminar en cuartos de final al Shakhtar Donetsk y al Tottenham Hotspur. Dicen que Tales de Mileto se cayó en un pozo cuando miraba las estrellas, así que, al igual que el filósofo griego no vio lo que tenía a sus pies porque estaba ocupado mirando el cielo, puede que Barça y Madrid se caigan en el pozo de los cuartos de final porque están empeñados en ver las estrellas de una apasionante semifinal. Los hechos son tozudos, y esperan en Ucrania e Inglaterra.

En la película «El hombre que pudo reinar», una maravilla del género de aventuras dirigida por John Huston, el impagable Daniel Dravot (Sean Connery) dice a un lugareño: «No somos dioses, somos ingleses, que es casi lo mismo». Parece que Barça y Madrid, seguramente los dos mejores equipos del mundo, cometen el mismo pecado de soberbia que llevó a Daniel, primero, a ser coronado rey como hijo de Alejandro Magno y, más tarde, a la muerte. Barça y Madrid no son equipos divinos, pero sí son los mejores equipos de la Liga de las Estrellas, que es casi lo mismo. Pues no. Si algo nos enseña «El hombre que pudo reinar» es que del trono al abismo sólo hay un paso: un poco de sangre en la mejilla, en el caso de Daniel Dravot (los dioses no sangran), o un mal día frente a equipos serios y con nada que perder, como el Shakhtar y el Tottenham. Pero lo peor del sorteo de cuartos de final de la Liga de Campeones no es que pensemos que Barça y Madrid ya están en semifinales, sino que veamos a Shakhtar, Tottenham y Schalke 04 como intrusos. Todos echamos en falta al Milán, al Bayern y al Arsenal en el sorteo de la semana pasada, y eso quiere decir que echamos de más al Shakhtar, al Tottenham y al Schalke.

Hasta la decadente Juventus y el ricachón Manchester City tendrían más cartel que Shakhtar y Tottenham. El Liverpool sin Fernando Torres, pero con Luis Suárez, es más atractivo que el Schalke 04 de Raúl y Jurado. ¿Por qué? El físico Stephen Hawking cuenta en la introducción a su «Historia del tiempo» que alguien le dijo que cada ecuación que incluyera en el libro reduciría las ventas a la mitad. Resultado: la «Historia del tiempo» es un clásico de la divulgación científica con millones de lectores y una sola ecuación, la tan famosa como bella E=mc2 de Einstein. ¿Ocurrirá en el fútbol algo parecido? ¿Equipos como el Shakhtar o el Schalke 04 son a la audiencia futbolística lo que una ecuación es a un libro de divulgación científica? Si es así, ¿qué equipo, más allá de un Barça, un Madrid o un Manchester United, podría jugar una final de la Liga de Campeones como si fuera una ecuación de Einstein? ¿Qué equipo no sería veneno para la audiencia, es decir, para el negocio del fútbol? ¿Qué equipo podría presentarse en la final de Wembley sin espantar a los patrocinadores, sin producir ataques de ansiedad en las cadenas televisivas, sin hacer la puñeta a las casas de apuestas y sin hacer daño al glamour de la Liga de Campeones? Ni Shakhtar, ni Tottenham, ni Schalke 04 son el Barça, el Madrid o el Manchester United, así que creo que estos equipos deben aspirar a ser una ecuación de Einstein en un libro de divulgación científica. Por desgracia, sólo hay sitio para uno. Si en la «Historia del tiempo» de Hawking sólo hay una ecuación, en la final de la Liga de Campeones sólo puede haber un equipo poco glamouroso. Suena raro, pero en la Liga de Campeones no hay sitio para dos ecuaciones, aunque estén firmadas por Einstein.