El Real Madrid gravita en torno a José Mourinho. Las polémicas y las teorías conspirativas del técnico portugués para desviar la atención y justificar las derrotas, elevadas al máximo exponente tras deslegitimar los títulos conseguidos por el Barcelona, han sido asumidas completamente por el club merengue. La autoridad de Florentino Pérez, o de Jorge Valdano, ha quedado minimizada ante la creciente influencia de Mourinho en el entorno madridista y en su órbita mediática. El presidente, con su silencio, y el director general, secundando las declaraciones con una retórica menos vehemente, dan credibilidad al controvertido mensaje de Mou, ya sea contra los árbitros, rivales, calendario o los periodistas.

El último ejemplo ha llegado nada más acabar la ida de las semifinales de la Liga de Campeones, resuelta a favor del Barça por 0-2. La rigurosa expulsión del mediocentro Pepe ha servido de base para justificar la derrota y dejar entrever que la competición europea está amañada a favor de los intereses del Barça: "El Madrid está eliminado de la final de la Liga de Campeones", profetizó Mou. Se ha demostrado que no tienes ninguna posibilidad. Nada. Mi pregunta es: ¿por qué? ¿Por qué no dejan que los otros equipos jueguen contra ellos? ¿De dónde viene este poder? Su poder debería ser futbolístico. Lo tienen. Y deberían ganar con eso. No sé si será porque el Barça patrocina a Unicef, o porque son más simpáticos, o porque Villar [presidente de la federación española y vicepresidente de la UEFA] tiene mucha influencia en la UEFA. El hecho es que ellos tienen una cosa muy difícil de conseguir, que es el poder", proseguía el preparador de Setúbal, que trufó su intervención de gestos narcisistas, como aludir a las "Champions" ganadas con otros clubes mientras que ha tenido que ser Guardiola quien recuerde el historial madridista en la competición, con nueve títulos.

La lista de lamentos ha encontrado un frontal rechazo en otros colegas de banquillo, que han apoyado masivamente a Guardiola, así como en la prensa internacional, que unánimente ha ensalzado el fútbol barcelonista.

La incondicionalidad del equipo

El núcleo fuerte de Mourinho reside en la plantilla, que tras el partido del miércoles se postuló incondicionalmente a favor del técnico. La gestión del vestuario ya fue el punto fuerte del entrenador en el Oporto, Chelsea e Inter, donde encandiló a los jugadores con su carisma. Ya fuera en un tono menor o mayor, los futbolistas del Madrid secundaron sus ideas tras la derrota. Como ejemplo, el último técnico que se aventuró a decir que el clásico estaba manipulado, Bernd Schuster en 2008, sufrió una rebelión interna liderada por Raúl que precipitó su despido. Ahora, ante esa misma idea la adhesión a Mourinho es total.

La única grieta interna ha llegado con la propuesta ultraconservadora que dispuso contra el Barça, y que encontró la respuesta airada de Cristiano Ronaldo sobre el campo, al pedir a sus compañeros que desobedecieran las consignas y adelantaran la línea de presión. Resignado, ante los micros reconoció que pese a no ser su sistema táctico preferido se adaptaría a las circunstancias.