El Nou Mestalla debería estar albergando los partidos del Valencia desde hace meses. Pero el estallido de la burbuja inmobiliaria que impidió vender las parcelas del campo viejo dejó al club sin liquidez. Con las cuentas al rojo vivo, el Valencia decidió paralizar las obras a la espera de mejores tiempos inmobiliarios. De eso hace dos años y medio. El objetivo de los nuevos gestores, con Manuel Llorente y Javier Gómez al frente, era detener la deuda desbocada que llegó a poner en peligro la continuidad de la propia institución deportiva.

Detenida la sangría financiera gracias, entre otras cosas, a una gestión eficaz y a los buenos resultados deportivos, el club se plantea ahora reanudar las obras en un plazo aproximado de entre 7 u 8 meses. ¿La razón? La confianza en la venta de las parcelas de Mestalla a un precio que permitiría pagar en parte la deuda con Bankia y tener la liquidez necesaria para reanudar la obra.

Un dato relevante sobre la posibilidad de vender en breves los solares de Mestalla es que el préstamo con Bankia tiene un plazo de vencimiento de un año, lo que da a entender que en el club se tiene el convencimiento de que la transacción puede estar más cerca de lo que ha estado hasta ahora por el desplome del mercado inmobiliario. En estos momentos, la deuda del Valencia se ha reducido a los 360 millones de euros. Sólo la hipoteca de Mestalla cuesta 15 millones en intereses.