La configuración de la plantilla no es el único frente que tiene abierto el Valencia este verano. La caducidad de los amarres provisionales que sujetan una parte del nuevo estadio, va a obligar al club a desembolsar más de un millón de euros. El objetivo de los obras será asegurar la estructura que da a la calle Safor, actualmente sostenida por unos amarres que no pueden estar a la intemperie más de un año y medio y llevan instalados cerca de 24 meses. "Es necesario intervenir para cumplir con las normas de seguridad, pero no hay que alarmarse porque el estadio no va a caer", explican desde el club.

Aunque se va a invertir un millón de euros en la obra, el Valencia necesita al menos 8 millones de euros para equilibrar el socavón pendiente del recinto al nivel de la calle, una obra que incluye el refuerzo de los anclajes, a modo de tapias, que soportan el peso de la grada en el lado oeste. Estos muros, como informó Levante-EMV, están sujetos al suelo con unos cables de gran grosor que son los que deben sustituirse o reforzarse con otros nuevos.

La UTE dejó esta parte de la estructura sin completar porque se trata de la parcela donde se ha de levantar la futura zona terciaria, que incluye en su proyecto inicial edificios para oficinas, un hotel y un área comercial. A pesar de que el Valencia no conoce aún cómo irá repartida esta zona, pendiente de ser comercializada, la UTE ha solicitado rellenar la parte del agujero -perfectamente visible desde la calle Safor- con hormigón y la construcción de un muro se sujeción fija. Una obra que garantizaría completamente el sostenimiento de la gran mole, pero la falta de liquidez del club ha impedido su ejecución.

La reciente sentencia del TSJ-CV que anula la modificación del Plan General que permitió el cambio de uso de estas parcelas podría complicar el inicio de los trabajos. Pero en el club se confía en que las obras se ejecuten sin problemas al no ser un avance de las mismas, sino una cuestión de seguridad y, por tanto, perentoria. Fuentes conocedoras del proyecto han explicado que los trabajos que se van a ejecutar no tendrán un carácter provisional; servirán para asegurar la obra de manera permanente: "los anclajes provisionales no se van a quitar, más bien van a reforzarse y lo que se coloque no tendrá problemas de caducidad", ha advertido el autor del proyecto, el arquitecto Alejandro Escribano, quien ha resaltado que la obra se encuentra en perfecto estado y se podría reanudar hoy mismo sin problemas.