Cuando Río de Janeiro se jugaba la concesión de los Juegos Olímpicos de 2016, el presidente Lula se dejó de miramiento, sacó un mapamundi con las ciudades anfitrionas desde 1896 señaladas y, sin rodeos, dijo que les tocaba a ellos. Más o menos es lo que podría decirse de Valencia ante la decisión que, en los próximos días, debe tomar la Federación Internacional de Tenis a instancias de la española. España ha albergado tres finales de la Copa Davis: dos en el Palau Sant Jordi y otra en el Estadio Olímpico de Sevilla. Valencia quiere y le toca. Madrid no se presenta, independientemente de que los jugadores quieren jugar a nivel del mar.

Los argumentos, aparte de los geográficos, para reclamar la justicia deportiva, residen en la tradición de este deporte en la Comunitat, y especialmente en el «cap i casal» y la demostrada capacidad para organizar eventos deportivos, siempre acompañados de actividades populares, especialmente infantiles. El recinto ferial, centro neurálgico de unos hipotéticos Juegos Olímpicos de Valencia, dispone del equipamiento necesario para ello. Hasta ahora, la Comunitat sólo ha albergado seis eliminatorias y, como gran final, sólo cuenta con una Copa Federación (la Davis femenina) en 1995.

El coste, sobre un millón

La apuesta económica es, sobre todo, de la Generalitat. Se calcula que el evento provocará una pérdidas cercanas al millón de euros. El canon es de 1,2, a lo que hay que sumar los costes del montaje y restar la parte correspondiente del beneficio. Un millón en aras a una labor social. El ayuntamiento aportaría los recursos humanos y sociales (inutilizar durante un mes el velódromo), más difíciles de cuantificar.

El temor es Sevilla

Sólo queda una duda: ¿qué pasa con Sevilla?. La candidatura hispalense parece ofrecer un recinto con 25.000 espectadores, muchos más que los 15.000 de Valencia. Pero en la federación y en las instituciones existe el convencimiento de que Valencia tiene casi en la mano la adjudicación. Y no han gustado demasiado los comentarios críticos vertidos desde la ciudad hispalense sobre la candidatura valenciana. La victoria serviría para rematar el año de Capitalidad Europea del Deporte. Si no hay revés de última hora, albergar la Copa Davis sería el premio a haber tenido paciencia yno solicitar la organización de la semifinal, que fue a parar a Córdoba.

Había que ganar esa eliminatoria y que Argentina ganara a Serbia para tener unas opciones que ahora se antojan más cercanas que nunca. La decisión se tomará entre el 5 y el 10 de octubre.

La Davis sería más valenciana que nunca, con la presencia además de un jugador (David Ferrer), no sería extraño que el suplente fuera Juan Carlos Ferrero y la pista, por lógica, será realizada por una empresa de Carlet especializada en la fabricación de polvo de ladrillo.

Del velódromo a la celebración en la Ciudad de las Artes

El escenario elegido es el Palau Lluis Puig, reconvertido a pista de tierra (ya fue piscina en su momento) y 15.000 asientos. Se utilizaría el recinto ferial para pistas de entrenamiento, centro de reuniones, actividades populares, etcétera.

Siguiendo la costumbre de otros éxitso deportivos, el programa incluiría, tras una hipotética victoria, el traslado a la Ciudad de las Artes para hacer una celebración popular, fuegos artificiales incluidos.