El defensa Ricardo Costa salió ileso ayer a mediodía de un aparatoso accidente de coche cuando regresaba a casa, después de entrenar. El accidente se produjo en las inmediaciones de la ciudad deportiva del club valencianista, al perder el control de su vehículo, un Ferrari comprado hace apenas un par de semanas, en una curva en la salida del parque tecnológico de Paterna. En la colisión, el coche — cuyo precio en el mercado puede rondar los 180.000 euros en función de los complementos—, acabó destrozado después de empotrarse contra la valla de unos viveros. Según fuentes del club valencianista, la gravilla de la zona fue la culpable de que derrapase al patinar el coche.

El futbolista portugués, que salió del automóvil por su propio pie sin heridas de consideración, iba acompañado de su padre, que tuvo que ser trasladado en ambulancia a un centro hospitalario al sufrir una crisis de ansiedad por el susto de la colisión, en la que saltaron los airbags del vehículo como puede apreciarse en las fotografías que acompañan a la información.

La Policía local de Paterna se personó en el lugar del accidente, y realizó al futbolista, como estipula la ley, una prueba de alcoholemia, que resultó negativa.

Castigado en Paterna

Costa no se encontraba entre los convocados para el encuentro de ayer del Valencia contra el Betis. Como se recordará, el jugador era uno de los castigados por Unai Emery — junto a Miguel—, por unas recientes declaraciones suyas poniendo en entredicho su suplencia. El luso, en un medio de comunicación nacional, había expresado sus quejas contra Emery, al no entender cómo con su calidad no era titular en el Valencia. Llovía sobre mojado, ya que su jefe de prensa había emitido, en varias ocasiones, comunicados en los que exculpaba a Costa de toda responsabilidad en algunos de los goles encajados por el equipo. Ayer, cuando el Valencia se encontraba en Sevilla para disputar el choque con el Betis, él, junto a otros descartes, estaba citado en Paterna para entrenar. Ricardo Costa es de los que se caracteriza por pisar el acelerador de sus bólidos cuando abandona las instalaciones deportivas.