Se despide 2011 dejando tras de si una ristra de bolsillos damnificados por la crisis. No es, sin embargo, el caso de Javier Gómez, que se ausenta de sus labores ejecutivas en el VCF con el riñón muy bien cubierto. Su marcha bien podría interpretarse como la caída de la primera ficha del dominó, cuyo derrumbe, salvo intervención in extremis de una mano que la rescate, acaba derribando a las de al lado. Obviamente, la pieza más próxima al vicepresidente Gómez es el presidente Manuel Llorente. Por eso, ante la inminencia de ese peligro de derrumbe sucesivo, Gómez ha preferido inmolarse. Con Llorente en pleno ejercicio de sus funciones administrativas, la ejecución de la cláusula indemnizatoria de su contrato no corre peligro de ser cuestionada o interpretada de forma sesgada. Todo lo contrario: ¿Qué son, un millón doscientos mil del ala? Ahí van. Como esos. Ninguna pega por parte del VCF al abono de una cantidad que ya fue pactada entre ambos, Llorente y Gómez. Al contrario, tanto te debo, tanto vales. Y no al revés.

Pero Gómez no se retira €podría hacerlo perfectamente€ a sus aposentos. Ni mucho menos. Mentes perversas lo sitúan, a no tardar, en la mismísima Bankia, a la que tanto quiere y tanto debe. Otros, en cambio, le siguen viendo ligado al fútbol, de cuyos intereses y vericuetos es un experto conocedor. Pocos como él mantienen una relación tan fluida con intermediarios y representantes. ¿Qué tal si, en lugar de tenerlos enfrente, a partir de ahora se sitúa en el mismo lado de la mesa? Algunos agentes han estado prestos a echarle una mano... en favor del Valencia CF. Así que JG es ahora un valor muy cotizado en el mercado de valores futbolísticos. Y si no, siempre tendrá un lugar al sol como comentarista generosamente pagado, en algún medio de comunicación de esos que cultivó a base de suministrarles alijo informativo. Que lo tuyo, Gómez, se sabe.