Vicent Chilet

valencia

«Empire of the Kop», el portal de referencia informativa de los hinchas del Liverpool, ironizaba este pasado domingo sobre los últimos movimientos efectuados en el mercado de fichajes de invierno: «Scholes vuelve al United, Henry vuelve al Arsenal... nosotros podemos recuperar a Ian Rush?», en alusión al mítico delantero galés de los «reds» en los años 80. La burla tiene fundamento. En tiempos de crisis, en el fútbol se está extendiendo la práctica de resolver las necesidades deportivas recurriendo a la nostalgia.

Así se ha visto en los últimos días con los refuerzos de emergencia de varios clubes de referencia, que han optado por rescatar a nombres emblemáticos de su historia reciente. Es el caso del Manchester United, en el que ha reaparecido Paul Scholes, el pulmón en el centro del campo de Old Trafford durante 17 campañas y que, a los seis meses de haber colgado las botas, reapareció el fin de semana pasado con 37 años, en el derbi de Copa contra el Manchester City.

El Arsenal ha convencido a Thierry Henry, el máximo goleador de su historia, para ayudar a los cañoneros del norte de Londres durante dos meses, como parche a la marcha de Gervinho a la Copa África. Henry llega cedido por los New York Red Bulls, el equipo que había escogido el delantero francés como dorado retiro. Su reestreno, el pasado lunes contra el Leeds United en Copa, fue el más emocionante posible. Al poco de salir de refresco por Chamakh, Titi, algo esquinado, buscó posición de disparo con un control orientado y chutó al palo largo. Su gol número 227 fue como los de los días gloriosos de Highbury. Como si el tiempo no hubiese pasado.

La liga española no es ajena a este arrebato de melancolía. El Atlético de Madrid quiere resurgir con un joven técnico, en periodo de formación y sin experiencia en grandes de Europa, como Diego Pablo Simeone. El Cholo, eso sí, es un nombre sagrado de la historia rojiblanca, uno de los héroes del doblete. Se confía en su carisma para remontar el vuelo.

Glazer, créditos y deuda

En todos los casos hay un contexto de crisis económica de trasfondo. El Manchester United fue adquirido en 2005 por el magnate norteamericano Malcolm Glazer por un montante de 800 millones de euros. Esa misma cantidad es la deuda acumulada del club de Old Trafford. Los Glazer compraron el United con créditos bancarios que no han podido devolver y que han pasado a engrosar la deuda de la sociedad. Esa asfixia ha afectado a su capacidad financiera. Por ejemplo, los más de 120 millones que los «diablos rojos» ingresaron en el verano de 2009 con los traspasos de Cristiano Ronaldo y Tévez no tuvieron réplica en el mercado. Alex Ferguson fichó a Michael Owen, que se había quedado sin equipo.

El costoso traslado

En el Arsenal, la mudanza del viejo Highbury al actual Emirates elevó la deuda del club a los 373'4 millones. Esa cifra se ha visto ahora rebajada a los 220 millones a condición de convertirse en un club vendedor, que se ha desprendido de sus jugadores franquicia y de las fichas más altas (Hleb, Adebayor, Ashley Cole, Kolo Touré, Cesc, Nasri, en su día el propio Henry). Arsène Wenger se ha adaptado a la situación cambiando la fisionomía de un equipo que ficha jóvenes promesas europeas y explota su cantera.

Una opción muy asumible económicamente es la que el Atlético de Madrid ha empleado para su banquillo, con el regreso al club de Simeone. El Atlético tiene una deuda reconocida de 250 millones de euros. Ha vendido al Kun Agüero, se ha deshecho de la farragosa ficha de Forlán, pero no ha renunciado a pagar 40 millones por Falcao. La gestión de Cerezo y de la familia Gil comienza a ser fuertemente cuestionada por la masa social.