José Manuel Llaneza, vicepresidente del Villarreal, ha lanzado un S.O.S. en pos de la salvación del club que, en estos momentos, se encuentra clasificado en puestos de descenso y lo que es peor, con imagen de perdedor. El sentimiento generalizado en la ciudad es el de la caída. Hay que ser muy optimista para ver en el actual conjunto espíritu y virtudes futbolísticas suficientes para salvarse. Si mal no recuerdo, el Celta disputó la Liga de Campeones y descendió. La historia actual del equipo villarrealense es muy similar. En el fútbol hay historias que se repiten aunque entre ellas no quepan demasiadas comparaciones. El Villarreal, que casi siempre acertó en los fichajes, que tras los cambios potenció la plantilla y que siempre miró con alegría el futuro, vive hoy el desencanto de las contrataciones de Zapata, De Guzmán y Camuñas, quienes no han aportado prácticamente nada y que, económicamente, han consumido el ingreso por el traspaso de Cazorla. Tiene razón Llaneza cuando dice que Rossi es el Messi del Villarreal y está lesionado y para varios meses aún. Es cierto que los daños físicos han lastrado el juego del equipo. Es también verdad que el destituido entrenador no siempre acertó, pero también hay certidumbre en que con los mimbres actuales es muy complicado que Molina pueda hacer un cesto. Fernando Roig, dueño del club, se tentó la ropa hace ya un par de años y anunció la crisis que iba a afectar al fútbol. La contención del presupuesto era obligatoria. Creer que el Villarreal es club para estar todos los años en Liga de Campeones es un grave error. La importante cada temporada es mantener la categoría, hecho que no han podido hacer con constancia capitales de provincia o clubes con tradición y fortaleza económica en muchos momentos como Sabadell, Elche, Oviedo, Las Palmas y un campeón como la Real Unión de Irún. Y no digamos de los ascendidos por sorpresa como Mérida, Extremadura y Numancia o el moralista Alcoyano.

El Villarreal se juega el próximo lunes tres de los puntos más importantes del campeonato. Derrotar al Sporting es más que tomar aire. Además de derrotar a un adversario en la zona del descenso, es recuperar fuerza moral para afrontar los nuevos compromisos en el bien entendido que perder con el Barça, Madrid, Valencia, Sevilla o Atlético, pongamos por caso, no compromete la permanencia. Fernando Roig ha apostado por un entrenador de casa, de gasto contenido, y aunque desconozco hasta qué punto se encuentra la economía de la sociedad, deportivamente, urge reforzar el equipo. Es probable que Roig no sea partidario de huir hacia delante, pero sin un par de jugadores que den tono al equipo, va a ser muy difícil la salvación. El descenso, probablemente, compromete al club desde el punto de vista económico, más que el déficit que puede suponer el refuerzo. Cuando me comunicaron el fallecimiento del ex jugador Pepe Navarro, se me acrecentó el pesimismo. Hasta el Villarreal romántico está de luto. Llaneza llama a rebato. El lunes el partido hay que jugarlo en el césped y la grada. El equipo necesita un recibimiento tan entusiasta como el que tenía cuando se iba a enfrentar al Inter o al Manchester. Contra el Sporting se requiere mayor apoyo todavía.