La selección española de balonmano certificó su clasificación como líder de grupo para la segunda ronda del Europeo de Serbia, tras imponerse por 30-27 a Rusia, en un encuentro en el que a punto estuvo de complicarse con una discreta segunda parte el triunfo que parecía casi seguro tras un magnífico primer tiempo.

Dispuesto a solventar los problemas ofensivos, que tantos disgustos le costaron ante Hungría, el seleccionador español apostó de inicio por una primera línea de "jugones", con Sarmiento en la posición de central y Gurbindo y Raúl Entrerríos en los laterales.

Aunque curiosamente los dos primeros goles en juego del equipo español llegaron con dos latigazos de Raúl Entrerríos, que pareció dispuesto a despejar las numerosas dudas que el encuentro con los magiares habían dejado sobre la capacidad de lanzamiento exterior del combinado español.

Sin embargo, los problemas de España no llegaron en esta ocasión del ataque, sino de la hasta ahora infalible defensa, incapaz de controlar los movimientos del central Pavel Atman y sobre todo al lateral Konstantin Igropulo.

Igropulo, jugador del Barcelona, que en la previa reconoció no sentirse a gusto con el juego de su selección, se olvidó de todos sus problemas con el técnico Vladimir Maximov, y sacó a relucir su poderoso brazo para situar a Rusia con una inquietante renta de 5-7 en el marcador.

Desventaja que obligó a Valero Rivera a variar su planteamiento y abandonar el 6-0 con el que arrancó el partido para apostar por un 5-1 con Roberto García en el puesto de avanzado, permanentemente pendiente de los movimientos de Atman.

Una decisión que no pudo salir mejor al técnico español, pues España comenzó a cerrar todos los caminos a Rusia, que atosigada por la defensa española comenzó a perder más y más balones, lo que propició la aparición del contraataque español.

A la carrera, la selección española comenzó a reducir su desventaja hasta dar definitivamente la vuelta al tanteador (9-8), en el que sólo la excelente actuación del meta Oleg Grams retrasó la escapada del conjunto de Rivera.

Pero España ya estaba lanzada y así a cinco minutos para el descanso, con un nuevo contragolpe de Roberto García, lograba su máxima renta (14-8), que los de Valero Rivera, pese a la vuelta a la pista de Igropulo lograron conservar (17-11) hasta el receso.

Un tiempo de descanso que no desajustó a la defensa española que siguió controlando el juego ofensivo de un conjunto ruso, que sabedor que con la derrota no sólo estaba fuera del Europeo, sino también de los Juegos Olímpicos, aumentó notablemente su intensidad defensiva.

Circunstancia que unida a las imprecisiones ofensivas de la selección española permitieron a Rusia meterse de nuevo en el partido, con tres robos de balón casi consecutivos, que ajustaron peligrosamente el marcador (21-19).

Una renta que se encargaron de dejar en su mínima expresión el pivote Alexander Chernoivanov, habitual sustituto de Chipurin, y el lateral Sergey Shelmenko, que tomó el relevo goleador de Igropulo, con sus goles puso el 22-21 a poco más de diez minutos para la conclusión.

Pero España no estaba dispuesta que nada le complicase ni el triunfo, ni la clasificación para la segunda ronda, y mucho menos el extremo Cristian Ugalde, que ya fue decisivo ante Francia, y que con su entrada dio un nuevo impulso al equipo español.

Un robo de balón y un gol del barcelonista, que no quiere perderse sus primeros Juegos, dieron respiro a la selección en el tanteador (26-22), en el que ya ni el excepcional trabajo bajo los palos de Grams arrebataron la ventaja al conjunto español.

Selección española que sentenció definitivamente su triunfo con un último gol de Julen Aginagalde (30-27), que sitúa a los de Valero Rivera en la segunda fase como primeros de grupo y con tres puntos en su casillero, una renta que la sitúa en la senda de las semifinales.