El Mirandés jugará el partido de ida de las semifinales de la Copa del Rey en el estadio municipal Anduva, pese a que el club tenía ofertas para desplazarse a otros campos con mayor aforo. El deseo de la junta directiva es que el partido se juegue en Miranda de Ebro y no en estadios cercanos con una capacidad mucho mayor. El aforo de Anduva es reducido y ya en el partido de cuartos de final de ayer ante el Espanyol de Barcelona se produjo un lleno absoluto con los 5.858 espectadores que acudieron al partido. El Mirandés cuenta con unos 3.500 socios y el resto de las entradas disponibles para dicho partido se vendieron en apenas una tarde. No obstante, el club burgalés prefiere conformarse con una caja menos suculenta y premiar a sus aficionados con otro partido histórico en Anduva, una caldera que empuja y alienta sin cesar.

Ya lo dijo ayer el técnico, Carlos Pouso, en rueda de prensa, quien lanzó "un SOS" con el fin de evitar que el partido de ida que se disputará la próxima semana, se trasladase a un estadio cercano como Mendizorroza (Vitoria) o El Plantío (Burgos).

"Tenemos muchos socios mayores a los que les haríamos una faena si salimos de Anduva. Hay que premiar a esta gente que no ha visto algo igual en toda la historia del Mirandés. Vamos a seguir siendo pobres", declaró Pouso.

Un campo sin sala antidopaje

Anduva carecía de sala antidopaje y los controles hubieron de practicarse en un vestuario que no cumplía la reglamentación, según el árbitro Ayza Gómez. "Al no existir en las instalaciones una sala conforme a la normativa existente, el control se efectuó en un vestuario que no cumplía la norma".