­Sabía el Valencia que el Barcelona le esperaba y no quiso perderse la cita. El reto está aceptado. El miércoles, en Mestalla, el equipo de Emery recibirá al de Guardiola en la eliminatoria previa a la final. La ilusión y el entusiasmo se vuelven a activar. Anoche, un Valencia plagado de suplentes, quiso demostrar que quería acercarse a la Copa del Rey y no tuvo ninguna piedad del Levante (0-3), un equipo en el que muchos de sus titulares estaban lesionados en la grada. Y la lógica se cumplió. Con el 4-1 de la ida, fue marcar Aduriz y el Levante empezar a rendirse porque el gol certificaba la superioridad del vecino. El partido, para lástima de los doce mil espectadores, acabó en el minuto 25, cuando el Valencia desniveló el marcador y se metió en el bolsillo el pasaporte para las semifinales. Faena hecha. Un esfuerzo que observó el presidente de la Generalitat desde el palco.

Alberto Fabra, acompañado de la consellera Lola Johnson y los presidentes del Levante y Valencia, disfrutó de un intenso espectáculo porque el equipo local, con sus limitaciones, siempre dio la cara e hizo alarde de su competitividad.

La visita más esperada

La llegada al estadio del presidente de la Generalitat Carlos Fabra alteró la normalidad de la previa del partido. La policía, como suele ocurrir en estos casos, triplicó las medidas de seguridad y convirtió las inmediaciones del campo en una zona muy vigilada. Cierto es que, por la rivalidad del partido, éste había sido declarado de alto riesgo y esto siempre implica un aumento de la seguridad. Y eso que, como el resultado de la ida era amplio, el ambiente era frío. Muy frío.

El Levante, empeñado en hacer reaccionar al equipo, contrató a la charanga Tiro-riro para dar color al choque. Y lo dio, porque el grupo se empleó a tope. O «a full», como diría Emery. Si con el «Ai se eu te pego» de Michel Tello —cancioncita que ha popularizado Neymar—, más de un aficionado movió los pies antes de entrar al campo —alguno que otro, mientras esperaba para ver a Fabra se atrevió con el bailecito—, dentro fueron los ultras del Valencia los que dieron vida a un partido en el que el Levante trató de jugar y lo intentó, pero que el Valencia mató rápidamente y con sólo media hora de juego, finiquitó y dio al trate cualquier atisbo de esperanza.

El indulto a Ricardo Costa

Con el gol de Aduriz, en el Ciutat de València se vivió un curioso episodio. Los levantinistas enmudecieron y los valencianistas que se escondían en la grada emergieron y con furia entonaron el «¡Que bote Mestalla, que bote Mestalla!» y una larga lista de cánticos que no gustaron a la hinchada anfitriona que, con poca fuerza, eso sí, trató de responder. Pero la eliminatoria, el día que públicamente Emery indultó a Ricardo Costa, ya estaba sentenciada. El Valencia, aupado por una afición que se dejaba oir más que la local, se adueño del partido y Piatti, en una magistral jugada, marcó el segundo gol. Sólo quedaba en juego la honra. Pero Piatti, anoche insaciable, marcó el tercero.

Emery, por primera vez en su carrera, vivirá una semifinales desde el banquillo. La barrera ya está superada.