Al Valencia le bastó una buena dosis de cabeza y otro tanto de corazón, dos ingredientes a los que no siempre recurre, para sacar en limpio su compromiso en Inglaterra. El cerebro lo utilizó para rasear el juego ante su impetuoso rival y apropiarse del balón. La implicación para no escatimar la pierna y plantarle cara al Stoke en los momentos iniciales. En la primera faceta destacaron Jonas, que supo ponerle pausa al choque, Piatti, que con su velocidad desquició a la zaga rival, y Feghouli, que pese a su inmadurez, le está quitando el puesto a Pablo, lo cual dice muy poco en favor del jugador de La Plana. Allá él, si no espabila. Con respecto a la fortaleza, cabe destacar a Rami, Dealbert y Aduriz, que se las tuvieron tiesas con sus rivales y no le perdieron la cara al partido. Guaita estuvo impecable y Mathieu jugó su mejor partido con la camiseta valencianista. Unai Emery sacó un equipo desconcertante en apariencia pero que era muy coherente. No obstante, si no llega a ganar, los mismos que ahora le alaban el gusto, le estarían pelando. El fútbol -mejor dicho, alguno de sus analistas- es así de volátil. Pero no tiene mayores secretos. Poniéndole inteligencia y voluntad, casi siempre se gana. Si no es así, es que falla alguno de ambos componentes. O los dos.