El Levante UD firmó ayer la mayor gesta de sus 103 años de historia. A las 21.47 de anoche, el increíble sueño de jugar en Europa se hizo realidad. El club de Orriols, hace apenas tres temporadas en las cavernas de Segunda División y con los acreedores llamando a sus puertas, dio ayer un salto monumental hacia una nueva dimensión. Un grupo de futbolistas veteranos, rehusados por otros equipos, han desafiado a las leyes del fútbol. Su logro es absolutamente heroico. Hoy más que nunca conviene recordarlo: Con el presupuesto más bajo de la Liga, el colectivo que preside Quico Catalán ha dado un ejemplo de fútbol sostenible. La cultura del esfuerzo instruida desde el mundo del balón.

Humilde hasta el límite, con las ideas muy claras y una gestión eficiente de sus recursos, el Levante UD dilapidó ayer de golpe toda su fatalidad histórica. Hoy es un club moderno, con nuevas generaciones de levantinistas en ciernes, que lucirá con orgullo su escudo por el viejo continente la próxima temporada. De locos.

El Levante UD fue consciente desde el principio de lo que estaba en juego. Se plantó con decisión en el campo, sin tomar riesgos innecesarios en defensa, y armó su ofensiva desde la zona de contención. Nada nuevo en ese aspecto. El problema se lo encontró a la hora del remate. Con Koné fuera de la competición, a Ghezzal le pesó la responsabilidad durante un buen rato. Incrustado entre los dos centrales, el franco-argelino tardó 45 minutos en dar las señales que le le exige a un «9».

Demasiado previsible en ataque, frente a un Athletic dispuesto a no regalar nada, el Levante UD evitó un desgaste prematuro de sus fuerzas. Dos veces se plantaron los vascos en el área y Ballesteros, el gran capitán, dio un paso al frente y envió un mensaje al resto de la tropa: ¡«Todos a sus puestos»! El planteamiento del conjunto de Bielsa no sorprendió a nadie. Por si había dudas, el histórico Athletic Club fue el digno rival que merecía Orriols para tan magna ocasión. Su entrenador se reservó a Llorente, y a alguno más, pero planteó el partido para ganar. Quién haya visto alguna vez a los «leones» entregar un partido que levante la mano.

El Levante UD respondió al mayor reto psicológico de la temporada con los pies firmes. La cita exigió rápidamente la presencia de los pesos pesados del equipo. Xavi Torres e Iborra asomaron la cabeza desde el principio, suficiente músculo para ahogar al Athletic en el centro del campo. Los dos mediocentros se firmaron un partido excelso, siempre en su sitio, sin hacer más ruido del necesario. Atados los dos extremos, y sin noticias de Ghezzal, Barkero adquirió casi todo el protagonismo ofensivo. El penúltimo descubrimiento de Manolo Salvador, el director deportivo que ha devuelto a la «vida» a un buen número de futbolistas, se vació buscando huecos por el centro. Sólo una vez fue capaz de armarse el remate con su prodigiosa zurda, pero encontró la respuesta de Iraizoz.

La ventaja del Madrid sobre el Mallorca, y una carrera de Ballesteros en plan jabato para recuperar el balón en defensa, animaron a Orriols al final del primer tiempo. Para entonces, tras dos sustos de Toquero e Ibai Gómez, Orriols comenzaba a aguantar la respiración. El empate podía valer, pensaron los 23.000 «granotas». Entonces apareció Ghezzal. El delantero vio saltar el balón en la frontal del área y lo levantó acrobáticamente sobre la figura del portero. El argelino celebró el gol como un trastornado, consciente de su significado. Llegaba el descanso y el gol metía al equipo en la Liga Europa. Como mínimo.

La mayor prueba de que el Athletic no se do por vencido fue la entrada de Llorente en la segunda parte. Trabajo extra para Ballesteros y Cabral, perfectos los dos en los marcajes. El grupo de Bielsa se apropió de la pelota y dirigió su mirada, desafiante, al Fondo Orriols. No encontró ninguna concesión. El Levante UD cerró todos los espacios y sus laterales cumplieron a rajatabla el mensaje de Ballesteros. El trabajo de Juanfran, una vez más, fue impecable. El otro hijo pródigo respondió a la cita como un superhéroe. Es de hierro.

Mientras Muniaín e Iraola trataban de darle juego a al Athletic, el Levante UD estableció su plan definitivo para ganar el partido: Su letal contragolpe, convertido en un arte por JIM. Ahora sí, Ghezzal era un elemento intimidatorio en el área rival. El argelino no imaginó nunca, seguro, una despedida tan brillante. Él fue el encargado de dejar el partido encarrilado, al empujar con mucha rabia una pelota suelta en el centro del área. Esta vez no se quitó la camiseta. Ya llevaba una tarjeta.

A favor de corriente, los azulgrana respondieron con una actuación convincente y contundente, otra demostración de los valores que han hecho grande a este equipo. El turno fue para el Athletic, obligado a buscar el gol para dignificar su visita a Orriols. Faltaba la aparición de Llorente, que se elevó sobre todo el mundo para rematar al segundo palo. Keylor Navas voló hacia la escuadra para evitar el gol.

JIM movió piezas, premió a Barkero para que recibirá su homenaje camino de la ducha, y Farinós hizo el resto. El valenciano ejecutó el penalti que cerró el marcador, pese a que el público de Orriols, ya enloquecido, reclamaba en masa que Ballesteros cogiera la pelota.Pero ni en pleno éxtasis, el Levante UD rompe el orden. Ese es el gran secreto de su éxito. De lo que ya es una leyenda.