El Valencia es el primer equipo español que visita Indonesia, un país que vive el fútbol con enfervorizada pasión. Por ese motivo, la llegada del conjunto de Mauricio Pellegrino fue saludada con expectación, popular y mediática. "Para el club no es sólo un partido, sino un acontecimiento histórico, es la primera vez que jugamos en Indonesia. Conocemos por las redes sociales el amor que hay en Indonesia, ha sido emocionante ver a tanta gente", afirmaba Damià Vidagany, director de comunicación y marketing del Valencia, en la rueda de prensa de presentación del amistoso del sábado.

Para los aficionados indonesios será la ocasión de ver a jugadores europeos de primer nivel sobre el campo. Para el Valencia, aparte de un partido de preparación en el que deberá superar el cansancio y el desfase horario, una oportunidad de hacer caja, de abrirse paso en el emergente mercado del sudeste asiático y globalizar la marca VCF. En la región, además, Jinko Solar, principal patrocinador, tiene intereses estratégicos. Es la tercera vez que el Valencia se desplaza a Asia, después de los viajes a Japón y China.

A pesar del viaje que parecía prolongarse hasta la eternidad, se le dio una vuelta entera al reloj hasta detenerse en las 26 horas empleadas para ir Valencia al hotel de concentración en Jakarta, la plantilla aún tenía tiempo para bromear. Primero los futbolistas se quedaron boquiabiertos al ver a un grupo de aficionados con camisetas del Valencia esperándoles en el aeropuerto -eran de la peña valencianista de Indonesia-, enloquecidos únicamente con posar con ellos al lado de uno de los dos autocares que les iba a trasladar escoltados al hotel, pero fue precisamente al arrancar cuando llegó el caos.

En Jakarta cada uno marca su ley para conducir, les es indiferente que las líneas marquen dos carriles porque improvisan un tercero por el arcén, llevar escolta policial no significa que nadie intente añadirse al convoy. Los cláxones pitando y las luces largas en señal de advertencia para no darse un golpe forman parte del paisaje, con un río repleto de basura que se convierte en la principal vista de las chabolas, no tan lejos del centro financiero de Jakarta, donde aparecen los rascacielos. Y ahí, sin salvar el elevado índice de contaminación que hay en el aire y provoca que mucha gente pasee por las calles con mascarillas, se multiplican las medidas policiales. Aún está reciente el atentado en el hotel Marriot, a escasos metros del que se hospeda estos días el VCF, el Ritz Carlton que también sufrió desperfectos por una explosión en 2009. De aquello no queda ni rastro, sólo los múltiples controles de seguridad que hay. Para entrar con el vehículo supervisan perros policiales y el espejo busca-bombas (DEX13 de búsqueda de artefactos explosivos o demás objetos adheridos a los bajos de vehículos). No todas las medidas de seguridad se quedan ahí, ya que para acceder al hotel conviene pasar por otro control de seguridad, aunque los canteranos -fueron los primeros en verles- se quedaron de piedra al entrar y ver a un policía con metralleta y otro con pistola en los pasillos de la segunda planta.

Máxima seguridad y mucho cansancio, aunque El Flaco no es partidario de alterar su guión y después de viajar 26 horas, se los llevó al estadio Burg Karno, que pasó en 2007 de los 100.000 espectadores a los 88.000. No tiene ningún lujo, pero es muy grande, eso sí, el primer día siempre pueden surgir imprevistos y ayer fue el césped, alto y seco. Rápidamente se intentó subsanarlo con un riego de última hora, pero no fue posible.

Soldado, con molestias

Los rostros de los futbolistas transmitían cansancio. Más de un día por tierra y aire. ¿Qué hacer con tanto tiempo metido en un avión? Cada uno de la mejor manera posible, pero todos tuvieron un denominador común: el frío. En los aviones se tuvo que recurrir a las mantas, aunque a pesar de ello, algún futbolista como Soldado no paró de estornudar al volver a pisar tierra. Después, ya por la tarde, no se ejercitó al mismo ritmo de que sus compañeros por unas molestias en los isquiotibiales. Hizo carrera continua con algunos pitos de sus compañeros, siempre bromeando, al ser también el último en llegar porque se demoró la rueda de prensa en la que se presentó el Tour Indonesia 2012.

Películas, juegos en el Ipad, revistas de golf y unas cabezadas sirvieron para ir poco a poco descontando las horas. Los jugadores no se movieron de sus asientos en clase business, pero el Flaco Pellegrino que tenía a sus colaboradores más atrás, les fue a buscar con la manta puesta y carpeta en mano para preparar un clínic con 200 niños. Quería tenerlo todo preparado. Dave, máximo responsable de los informes de los rivales, ojeó un rato la documentación recopilada para ver al rival. No era recomendable dormir mucho, de ahí que sólo dos jugadores recurrieran a medicación, eso sí, el cansancio hacía mella y el descontrol de los horarios era evidente. ¿Quién era capaz de desayunar a las 5.30 horas? En ese momento se encendieron las luces y la mayoría desayunó, un par de horas después se hacía escala en Singapur y tras un vistazo rápido por la televisión imágenes en diferido de los Juegos Olímpicos, aún hubo tiempo para jugar una partida al parchís. Ya quedaba sólo un último vuelo para llegar al destino y a una ciudad con un caos caótico, con el que alucinó la plantilla, y rodeado de unas medidas de seguridad propias de un Jefe de Estado.