La cadena de televisión RCTI no entrevistó a Paco Alcácer, pero el capricho de su dueño de llevar al Valencia a Yakarta ha sido un dulce para el delantero. Marcó dos goles, el travesaño le impidió que se trajera en la maleta otro balón para su vitrina de hat-tricks, en un plácido triunfo frente a la débil Indonesia. Para poner la guinda a la gira por Indonesia había que ofrecer un buen espectáculo, más cuando se crean unas expectativas tan altas si echas un vistazo a las alineaciones y comparabas jugador por jugador.

Y esa superioridad sobre el césped era kilométrica, como la que hay entre Valencia y Yakarta. Bastaron 25 minutos para elevar el marcador a un 0-3 que le quitaba emoción al resto del partido, que sólo sirvió para insistir en los conceptos clave que empiezan a calar ya en el grupo antes de medirse a rivales de entidad. Pellegrino insiste una y otra vez en fijarse en sí mismo, en crear un estilo propio y ese proceso está en camino. Poco a poco, aunque sólo falten dos semanas para iniciar la competición oficial. Es el típico partido que para ganar tu cuota de pantalla en primetime o te apuntas una goleada escandalosa o pierdes, en el momento en que te quedas en un punto intermedio es situarte dentro de los parámetros de la lógica y hasta puedes caer en el tedio.

Pellegrino se levantaba cuando veía la mínima dosis de relajación para que le pusiersn intensidad al juego, característica que parece no haber llegado al fútbol en Indonesia. Se colocaron bien sobre el césped después de fundirse en una piña antes del inicio, en un partido que ha servido para reclamar la unidad del balompié local, pero su fútbol está a años luz. Hasta si te dan una patada de forma involuntaria se dirigen rápidamente hacia ti para pedirte disculpas, y claro, ante tanta complacencia se firmó un inicio arrollador antes de buscar el reclamo de las botellas de agua colocadas en la banda por el calor.

Piatti le dio valor de asistencia a un centro de Mathieu, Paco Alcácer se plantó sólo tras un pase milimetrado de Gago para apuntarse el segundo y Ricardo Costa se elevó a los cielos para rematar de cabeza un centro de Jonas, que pisó el acelerador para irse de su marcador. Como si no quisieran abusar, ahí se puso un punto y seguido, antes de que llegaran los experimentos.

Sólo un remate de Ridwan, al minuto de la reanudación, que besó el larguero despertó a los valientes que acudieron al estadio, más preocupados por silbar a los representantes de la Federación de Fútbol local que de otra cosa, de ahí que se escucharan los cánticos animosos de la peña valencianista de Indonesia, una imitación a distancia de lo que va a ser la Curva Nord. Pedían más y a pesar de las numerosas sustituciones, el equipo fue un calco de la primera mitad, sprint al principio para estirar aún más la diferencia y poco a poco se fueron diluyendo. No es fácil mantener la intensidad cuando el partido lo tienes totalmente resuelto.