Pape Diop dijo que era muy fácil adaptarse al vestuario granota por su calidad humana. Oscar Serrano, días después, contó su recomendación a Pape Diop para que viniera: "No te lo pienses dos veces y vente Pape, que vas a encontrar un grupo especial y diferente, un grupo humano increíble". Estas opiniones sobre la plantilla del Levante, repetidas desde la temporada 2008-09, revelan una de las razones por las que el equipo granota se muestra competitivo y ambicioso de triunfo. Todos sus futbolistas forman parte de una gran familia similar a la imaginada en la película de 1962 que dirigió Fernando Palacios. Aquella en la que desde el abuelo Pepe Isbert hasta el más pequeño de los dieciséis hermanos, pasando por los padres Alberto Closas y Amparo Soler Leal, formaban una indestructible piña humana. No como en el Levante de anteriores épocas donde se rompía frecuentemente la unidad y la buena convivencia era ficticia de puertas afuera del mismo.

Hoy ningún jugador cuestiona el liderazgo de Ballesteros como "pater familias" en la plantilla. Con el entrenador existió algún roce al final de la pasada temporada por cuestiones de primas. Un roce que habría terminado mal en un Levante de anteriores épocas pero que esta vez se le ha plantado cara y quitado de en medio.

La fuerza de la familia dicen que reside en la unidad dentro de la misma. Evitando siempre que se abran fisuras en ella. El vestuario granota es un buen ejemplo de ello, de grupo unido y familia bien avenida. Juanfran lo estará notando estos días mientras se recupera de su infortunada lesión en Perugia. El apoyo moral de sus compañeros será importante para acortar el tiempo, seguro, de su retorno a los campos de fútbol.

Nos alegra como levantinistas saber que hay un ambiente así de familiar en la plantilla. Porque es una base ideal para hacernos soñar con un Levante exitoso en la nueva temporada. En la que tendremos, por cierto, algunos horarios iniciales muy adecuados para aficionados noctámbulos o vampiros futboleros pero poco para el resto de la afición. De nuevo la Liga de fútbol profesional se comporta irreflexivamente imponiéndolos. Pero, ¡qué le vamos a hacer! ¿Protestar contra los mismos? Lo haremos, eso sí, pero sabiendo que es una protesta equivalente a un clamor en el desierto.