Juan Soler respira estos dias más tranquilo. El Tribunal Supremo obliga a Vicente Soriano a pagarle 20 millones por la compraventa de sus acciones del Valencia CF, ya que no ha admitido el recurso de casación presentado en su día por Soriano y la empresa Inversiones Dalport contra el auto de la Audiencia Provincial, y que ya les condenaba a pagar. Esos veinte millones es la cantidad a la que deben hacer frente los demandados por el incumplimiento del primer pagaré del contrato de la venta de títulos, pactada en su día entre las tres partes.

«La justicia me va dando la razón, vamos dando pasos poco a poco», manifestaba ayer Soler a este periódico sin ocultar su satisfacción. «Siempre he mantenido que la verdad acaba saliendo y esta es la evidencia», incidía el empresario y exmandatario del club de Mestalla, que lleva atravesando unos años muy complicados. De si confía en que Soriano pueda hacer frente al dinero que le reclama, Soler espetaba: «Mi obligación es llegar hasta el final porque tengo mucha gente en mi empresa que depende de mi y por la que tengo que llegar hasta donde haga falta».«Estoy muy satisfecho sobre todo por esa gente», reiteraba ayer Soler.

Según recoge el auto al que ha tenido acceso Levante-EMV, Soriano e Inversiones Dalport ya no pueden seguir recurriendo por este pagaré. Hay un segundo pagaré de treinta millones, y sobre el que el Supremo aún se tiene que pronunciar. El fallo ratificado por el Supremo apunta que los contratos por los que se pactaba la transmisión a Soriano de 70.889 acciones del Valencia CF —con un precio total de 85 millones de euros— «conformaban una relación negocial ciertamente compleja». Los compradores — Soriano y Dalport—, entregaron a Soler cuatro pagarés. Soriano confiaba en revender las acciones por doscientos millones de euros, pero la empresa uruguaya que se hizo con el 50,3% de los títulos dió marcha atrás cuando Bancaja, principal acreedora del Valencia con más de 275 millones, forzó una ampliación de capital de 92 millones.

La Fundación entró entonces en escena, diluyendo la masa accionarial, y obligando a Dalport a desaparecer. Soriano quiso devolver las acciones a Soler, pero este se negó, reclamó el pago del dinero pactado y llevó el tema a los tribunales, donde sigue. Dalport nunca pudo demostrar el potencial económico con el que aterrizó en Valencia — aseguró que iba a invertir más de 500 millones—, protagonizando uno de los capítulos más convulsos que se recuerdan en el club desde éste que se transformara en Sociedad Anónima.

Cuatrecasas también demandó

Como se recordará, lo que la empresa uruguaya mostraba como su logo empresarial — un aguila volando—, era en realidad una marca de libretas de ilustraciones y ortografía infantil. Dalport llegaría hasta a exhibir en su página web unos bonos de Ford Motor Company como parte de sus activos y que luego se revelaron falsos. Pero Soler no es el único que demandó a Soriano y Dalport.

El despacho de abogados Cuatrecasas Gonçalvez Pereira, que asesoraba a Soriano en aquella operación y en sus negocios particulares de compraventa de inmuebles, litiga contra su excliente por honorarios no cobrados— casi 300.000 euros más los intereses—. Cuatrecasas ha llegado a solicitar la anotación preventiva en el Registro de la Propiedad sobre un centenar de inmuebles de Soriano como forma de garantizarse el cobro, aunque sobre ellos ya pesa una orden de embargo.