Alguien que de jovencito dormía bajo el viejo graderío de madera del campo del Atlético Tembetary, su primer equipo, porque no le daba para pagarse una modesta pensión, es, en principio, un tipo de fiar, sin remilgos ni dobleces. Ese es Nelson Haedo Valdez. En esta época de futbolistas cursis y de jugadores quejicas, que al primer contratiempo retiran el pie y sacan a pasear la lengua, el paraguayo que acaba de fichar el Valencia CF ofrece una garantía de profesionalidad. De todos los nuevos que acaban de aterrizar, no parece precisamente un bluff. Al contrario. Y ya se sabe que, cuanto más se compra, más posibilidades hay de equivocarse. Ahí está, sin ir más lejos, el mercado del verano pasado y los resultados que le deparó al Madrid, al Barça, o al propio VCF. De momento, la mitad de aquellas adquisiciones, porra.

Sin embargo, Valdez no presenta ese perfil. Al contrario. Llega avalado por su experiencia en la Bundesliga (Werder Bremen) y procedente del Rubin Kazan, el equipo de moda en Rusia. Y, sobre todo, en la retina de los aficionados todavía permanecen frescas las imágenes de comienzos de la campaña 2010-11, cuando hizo un doblete en el Camp Nou con el que dejó k.o. al Barça. Lo cual, jugando con el Hércules, no resultaba nada fácil. Al contrario, constituyó toda una sorprendente odisea. Así de desinhibido y valiente se comportó Valdez aquel día. De manera que, teniendo en cuenta su edad, 28 años, y su bajo coste -viene cedido- no es una mala operación, a poco que haga honor a su apellido y esté a la altura, por ejemplo, de su antecesor, Óscar Rubén Valdez, aquel punta argentino de los años 70 que ganó la Liga con el Valencia de Di Stéfano y alcanzó la internacionalidad española con Kubala como seleccionador. Mestalla, acostumbrado a ver desfilar por la punta izquierda de su ataque a los extremos referentes de cada época, desde Bala Roja Gorostiza hasta Vicentín Rodríguez, pasando por Vicente Asensi, o el Piojo López, todavía recuerda a Óscar Valdez, a cuya advocación hará bien en encomendarse el recién aterrizado paraguayo. Que tampoco se olvide de su paisano Carlos Diarte, aquel Lobo que enloqueció a la afición con 12 goles en las siete primeras jornadas de la Liga 76-77. A hombros le sacaron de Mestalla. Y no digo más, para no cagarla. Dejémoslo ahí.

Este Valdez de ahora tiene la pinta de que se ganará al personal con dichos y con hechos. Un tío con personalidad, que no olvida las penurias de sus primeros tiempos. De esos que no se arrugan cuando les dan cera ni se achantan cuando se les calienta el morro. Vamos a ver.