­ «Somos los únicos aficionados del Levante de Real de Montroi. Soy socio desde hace 30 años y compro cinco pases, pero si el año que viene se mantienen estos horarios no lo renuevo». Así de contundente se mostraba ayer José Luis García. Él, que llegaba acompañado de su mujer y de sus sobrinos de 10 y 14 años era uno de los muchos indignados con tener que esperar a las once de la noche para ver el debut de su equipo en esta ilusionante temporada.

El nuevo invento de la Liga de Fútbol profesional, aliada con las televisiones que han comprado los derechos, no ha gustado a casi nadie y ayer los seguidores del levante y del Atlético de Madrid mostraban a este periódico su desacuerdo. Así, Miguel Ángel Sánchez, con su hermano Joan (9 años) de la mano, decía que la parecía «mal» por la falta de transporte público a la hora que acabaría el partido y también porque su hermana pequeña, de tan solo cinco años se había tenido que quedar en casa pese a la ilusión que le hacía acompañar a su equipo en este arranque liguero.

Alberto Salom y Mª Dolores García, por su parte, sí habían traído a su nena, de 4 años porque «ha hecho una buena siesta y es una gran fan del Levante». Pese a ello, esta noche se tuvo que acostar aproximadamente a las dos de la mañana, algo nada recomendable para niños de su edad.

El autobús del Atlético de Madrid hacía su aparición a las 21.32 de la noche. Aún faltaba hora y media para que empezara el partido, y ya se veía a más de un niño que buscaba los brazos de sus padres para dormir un poco, mientras estos buscaban el bar para pedirse «un cafecito».

Mención especial tienen en este apartado los valientes aficionados del Atlético de Madrid que viajaron, algunos con niños y todo, para regresar a casa el mismo día. Dos de ellos eran Iker Fernández (31 años) y Rubén García (10) venían desde Crevillent, habían salido de casa a las seis y media de la tarde, habían cenado cerca del estadio y, tras hora y media de viaje de vuelta, estarían volviendo a casa sobre las tres de la mañana. Pero es que, además, Iker se tenía que levantar a las seis para ir a trabajar. Como no podía ser de otra forma, este horario le parecía «muy mal». Lo de toda esta gente es pasión por el fútbol y no lo que tienen más de un «sabio» que impone horarios desde su despacho y se queda tan ancho.