Al Valencia de Mauricio Pellegrino -con ese nombre de resonancias francesas y ese apellido tan italiano, sus paisanos argentinos, evidentes como ellos sólos, le apodaron el Flaco; y en esas sigue- se le aprecian nuevas echuras. Son diferentes a las de cursos pasados, lo cual, junto al meritorio empate del Bernabéu, ha sido aprovechado por los detractores de Unai Emery, que en la gloria rusa está, para zurrarle la badana al técnico vasco. Ventajistas que son, porque, la verdad sea dicha, las diferencia entre aquel equipo y éste todavía no son sustanciales. Más aún: el gol del Madrid evidenció la descoordinación defensiva marca de la casa: los dos centrales, cada cual a la suya y el área sin barrer. Eso si, por los costados, la cosa funcionó mejor. El marcaje de Joao Pereira sobre su paisano Cristiano fue impecable y la superestrella madridista no se enteró de la copla. En la otra banda, Mathieu anduvo menos alocado que antaño y su seriedad se tradujo en una mayor seguridad. De cualquier forma, tuvo que ser un Diego Alves portentoso, al igual que el año pasado Guaita, quien evitara el descalabro. Nada nuevo.

Con el buen criterio de Gago, tanto a la hora de defender como de sacar jugado el balón desde atrás, el Valencia puede haber encontrado, por fin, alguien con cabeza y sensatez para coger la batuta en el centro del campo. De modo que a este viejo/nuevo equipo, el Madrid le plantó cara con sus armas clásicas y le jugó de tú a tú. Un partido muy meritorio el de los chicos de Mourinho, que -¡huuiiii!- estrellaron un balón en el palo.

También se encontraron con el regalo arbitral (?) del gol guindado a Soldado, un tanto como una catedral cuya anulación apenas ha levantado escándalo en los medios estatales. Sin embargo, el Madrid salió con bien de otro lance suicida de Pepe, que casi se carga a Casillas de un cabezazo. Pepe no se anda con tonterías y no mira pelo a la hora de eliminar obstáculos que se interponen en su camino. Hasta que el Plus no repitió la jugada por delante y por detrás, del derecho y del revés, el locutor de una emisora nacional española no disipó sus dudas sobre la legalidad del gol valencianista, y acusaba a Jonas de haber cometido falta. Resuelta la cuestión, nos fuimos a dormir sin ningún cargo de conciencia.