En el mismo lugar donde hace 47 años Ruiz de Museros restaba el poderoso saque del Churro de Mislata entre seguidores enardecidos por su exhibición; allí donde Genovés y Tonico de Murla congregaban a cientos de espectadores mientras el "marxaor" elevaba el canto del "va i ratlla", se jugó el pasado viernes la más grande partida de "llargues" que se juega cada verano en l'Horta. Al fondo, el campanario, a diestra y siniestra, amplias aceras y anchos portales con balcones modernistas. Es la calle de Alfara del Patriarca, hermoso escenario donde unas pocas decenas de fieles a la causa, disfrutan del sabor del "joc de carrer" y de las "ratlles" con el torneo anual. A un lado, Alvaro de Tibi comandando el equipo de Meliana; al otro, Juanjo de Borbotó, comandando a un equipo de la pedanía reforzado con Pablo de Sella. Victoria de estos por 60 a 25. No hay nadie allí que no siga con apasionado interés el desarrollo del juego. Se juntaron en la final de Alfara cuatro pelotaris: Alvaro, Juanjo, Pablo y Víctor que a partir de mañana lunes, en tierras holandesas, disputarán la supremacía mundial del juego a largo.

Y mientras surca el viento, perdida en las alturas la impresionante volea de Pablo, mientras Castelló remata con intención para ganar la "ratlla", uno, inevitablemente, se emociona con aquellos recuerdos de un tiempo en el que la pelota, sin prensa, tenía leyendas. Ruiz sería hoy un fijo en la selección de Llargues y seguro estoy que su espíritu animará a los jóvenes que han tenido el privilegio de viajar por media Europa para defender, quizás sin saberlo, esa bella historia de fidelidad a lo heredado. Porque testimonio de fidelidad y respeto a lo propio y apuesta por su futuro es, en esencia, el Mundial de Holanda.