Las hermosas tierras frisonas son las únicas de las doce provincias que actualmente componen el reino de los Paises Bajos que presume de idioma propio, que se cultiva tanto o más que el neerlandés o que el inglés. De hecho, los frisones constituyeron la Magna Frisia, una especie de reino que durante más de cien años se extendió bordeando el Mar del Norte y que acabó sometido al Imperio Carolingio, en el 734. Mucho después, en 1529, esta región formó parte de las Diecisiete Provincias Unidas bajo el señorío del emperador Carlos V. Frisia fue heredada por Felipe II y estuvo bajo su poder hasta que junto con otros territorios y tras la denominada Guerra de los Ochenta Años, proclamó su desvinculación con el rey de España.

Posteriormente hubo reintegración a España hasta la decisiva Paz de Westfalia (1648) que proclamó la independencia de los Países Bajos y que, en cierto modo, perfiló la creación de los estados modernos. O sea, la presencia de españoles fue relativamente importante por estos lares y de hecho algunas reminiscencias quedan: la sede central del campeonato está junto a una cantina y una universidad creada por los españoles en Franeker. Seguramente ya entonces había algún que otro encuentro de Llargues.

El caso es que ya está en marcha el Campeonato del Mundo de un viejo deporte que aquí, como en otras regiones europeas constituye un signo de identidad regional.

Cada primer domingo de agosto diez o doce mil personas se reúnen en el Gran Premio de Franeker, la partida de "llargues" más importante del año. Aquí se juega con pelotas de badana de unos 30 gramos, de escaso bote y casi siempre sobre hierba. Los campeones lucirán durante todo el año una corona de laurel en la fachada de su casa.

No hay mejor honor para un chico o una chica frisona que ser campeón de ese gran premio, al que de manera periódica asiste toda la familia real holandesa. Alguno de sus miembros se ha atrevido, con escaso acierto, a pelotear junto a los altos, rubios y fornidos campeones autóctonos

Hay un cuidado Museo de la Pelota que ocupa uno de los más hermosos palacios de una ciudad cruzada por varios canales. Varios monumentos al pelotari indican al viajero la religiosa devoción hacia este deporte.

Las autoridades se han volcado, así como los medios informativos regionales, incluída la modesta televisión regional. Llevan muchos meses metidos en faena para que todo salga perfecto. Con el metódico sistema de raíces germánicas, todo está en orden. No se contempla la improvisación.

La selección valenciana inicia sus "hostilidades" frente a Inglaterra en Juego Internacional. Entre hoy y mañana se debe decidir el campeón. En el grupo de los españoles, Inglaterra, Ecuador y México. Hoy lunes, tres partidos para acceder a las semifinales y final que se reservan para mañana. Pigat confía en llegar a la final pues en semifinales, en caso de ser primeros de grupo no habrá cruce ni contra Bélgica ni contra Italia, dos de las grandes favoritas.

Difícil en One Wall

También comienza hoy la cita con el One Wall, donde los valencianos comparten grupo con la poderosa Irlanda (creadora del juego), Paraguay y Colombia. En One Wall participan 16 naciones y habrá dura competencia entre México, Puerto Rico, Irlanda, Argentina, Inglaterra, Ecuador y España. Salvo sorpresas entre ellos estará el campeón. Los valencianos juegan a partir de las 21 horas contra Colombia. Y mañana, a las 10 h, dura prueba contra Argentina.