A finales de la década de los noventa, justo cuando Lance Armstrong empezaba a ver la luz al final del túnel en su lucha contra el cáncer, el US Postal tenía la base de operaciones europea en Niza. El norteamericano y, muchos de sus compatriotas que lo acompañaban en aquel equipo (Frankie Andreu, Bobby Julich, George Hincapié...) vivían en la turística ciudad de la Costa Azul. Alto nivel de vida, buen clima y ambiente cosmopolita pero, para la entonces mujer de Armstrong, Kristin Richard, aquel no era el lugar ideal para vivir con una familia que iba ganando miembros. Buscando alternativas, los Armstrong invirtieron un millón de euros en un antiguo palacete de cuatro plantas a la calle de la Força. En pleno barrio viejo de Girona. Era 2001, la burbuja inmobiliaria todavía no se había hinchado, y el tejano invertía en una casa de alto nivel que, especialmente hasta el divorcio con su primera mujer, sería el punto neurálgico de su mejor etapa deportiva.

Es en Girona donde, sobre todo desde determinada prensa francesa, se ha querido situar también la base de operaciones del presunto método de dopaje de Armstrong. Nunca se ha podido probar nada, aunque unos periodistas daneses publicaran un reportaje donde afirmaban haber comprado EPO sin receta en una farmacia de la ciudad mientras se disputaba uno de los Tours ganados por Armstrong. Pero, ahora, muchas de las malas noticias que le llegan vienen de nombres que tienen una cosa en común con él: Girona.

Floyd Landis, Tyler Hamilton, George Hincapié, Jonathan Vaughters, Levi Leipheimer, Christian Vande Velde o David Zabriskie son algunos de los presuntos testigos que habrían declarado ante la Agencia Antidopaje de los Estados Unidos que vieron a Lance Armstrong doparse en su época dominadora. Algunos de los nombres de esta lista volverán a Girona dentro de unos meses, cuando empiece la temporada porque es su residencia habitual en Europa (especialmente los tres del Garmin). Y el resto han vivido en la ciudad catalana hasta hace poco, o en su época junto a Armstrong en el US Postal.

Pero los "problemas gerundenses" de Lance Armstrong con el dopaje, se remontan a bastante antes de que el diario holandés De Telègraaf publicara este verano que los ciclistas y el director del Garmin, además de Hincapie (el único gregario que lo acompañó en los siete Tours que ganó), estaban dispuestos a declarar en su contra. Hace siete años, un antiguo ayudante personal suyo, poco después de que se acabara su relación laboral, denunció que había encontrado en un lavabo de la casa que tenia Armstrong en Girona una caja de androsterina, un esteroide. Armstrong siempre lo negó. Finalmente llegó a un acuerdo extrajudicial para que Mike Anderson retirara la denuncia. Nunca se supo lo que pagó.

En Francia, alrededor de l'Equipe, y en Inglaterra, a través de los artículos de Paul Kimmage en el Sunday Times, seguía el debate alrededor de la pulcritud de las victorias de Armstrong, pero éste nunca dio positivo en ninguno de los infinitos controles que pasó. En 2006, cuando el diario francés, publicó unos reportajes sobre presuntos restos de EPO en muestras antiguas de orina del año 1999, cuando todavía no había suficientes recursos tecnológicos para detectarla, Lance Armstrong ponía a la venta su casa de Girona, pues a su entonces compañera, la cantante Sheryl Crown, no le gustaba tanto la ciudad, volverían a llegar años más tarde malas noticias para el ciclista nacido en Austin.

Nuevos problemas llegados de la mano de Floyd Landis. Su antiguo discípulo, de quien se explica que Armstrong lo apadrinó cuando era un joven ciclista mormón con poco espíritu de superación en Girona durante el invierno del 2003. Landis reconoció su culpabilidad y embadurnó a todo el entorno al US Postal en Girona y, de manera especial a Lance Armstrong a quién señaló como responsable de su entrada al mundo del dopaje. También citó nombres como los de Levi Leipheimer u otros norteamericanos clásicos de Girona, que nunca han dado positivo como Hincapie o Zabriskie. "No se puede creer lo que diga un drogadicto reconocido" dijo Armstrong. La denuncia no tuvo ninguna repercusión legal.

Tampoco las tuvieron las de otro norteamericano crecido al entorno gerundense del Postal y que se estrelló contra el dopaje: Tyler Hamilton. Cogió el mismo camino de Landis y destripó contra Armstrong y su entorno en el Postal y en Girona en un programa de la CBS. Hablando de la casa de la calle de la Força, Hamilton dijo sobre el texano que "vi EPO en su nevera. Yo veía como él se inyectaba, como lo hacíamos todos. El tomaba lo que tomábamos todos". Al final, entre todos, el mito se desmorona.