El Valencia CF tendrá que buscar ahora, una vez confirmado que Bankia no seguirá adelante con la operación Mestalla, otras alternativas para refinanciar su deuda y salir del atolladero económico en el que lleva inmerso en los últimos años. El camino más lógico pasa por renovar — otra vez— el préstamo con Bankia, cuyos intereses anuales ascienden a quince millones de euros, y renunciar a terminar el nuevo estadio. Sobre el actual, sin embargo, pesa una orden de derribo del Tribunal Supremo por la ampliación ilegal de las gradas. Una demolición que no tiene fecha pues está condicionada al traslado al recinto de Corts Valencianes. Desde el club valenciano no se despeja la incógnita de qué sucederá en diciembre, plazo en el que expira la ampliación del crédito de 25o millones. La posibilidad de acogerse a un concurso de acreedores, contemplada en su día por el exdirectivo Javier Gómez, vuelve a cernirse sobre el club, algo que a Bankia no le interesa por ser el mayor acreedor. Vista la situación, en medios financieros se plantea incluso la posibilidad de que el club negocie la operación con otro banco, que sí pueda asumir las condiciones pactadas con Newcoval.

Fuentes de Bankia explicaban ayer que el Valencia, pese a no haber conseguido llevar a término el plan para saldar su deuda, ha ganado con la mayor edificabilidad otorgada por el Consell al viejo Mestalla con el Plan de Actuación Estratégica. El propio Valencia así lo reconocía ayer al ser consultado por este periódico. «Los activos de ahora son muy diferentes a los de antes, hemos ganado valor», manifestaban. La argumentación es simple, los procesos de recalificación de por sí lentos con las intervenciones de las administraciones pasaron a convertirse en express. «Seguiremos buscando soluciones», insistían desde la entidad de Mestalla. En Bankia, por su parte, aclaraban que no se rompe la vinculación con el Valencia, sólo se paraliza el acuerdo con Newco­val. La sombra, eterna también, de que inversores extranjeros acaben recalando en Valencia vuelve a proyectarse sobre el club de Mestalla. No al estilo Dalport, sino con un proyecto de plenas garantías. «En estos momentos hay capitales y empresas que consideran atractivo el acuerdo — que se tenía firmado con Newcoval—,» se aseguraba ayer desde el Valencia.

La Fundación, abocada un poco más al abismo

Manuel Llorente llegó al Valencia en el agitado verano de 2009, tras la esperpéntica y fallida operación Dalport, y con su «economía de guerra», basada en la venta de jugadores estrella y mínimo coste de la plantilla, ha logrado equilibrar las cuentas. De los más de setenta millones de pérdidas declaradas se pasó al superávit — 1,2 millones en el último ejercicio—. Algo que permitió estar al día en el pago de los intereses bancarios a Bankia. La entidad tiene margen de maniobra financiera, y recursos para explotar si consigue que algún inversor dé un paso al frente y llegaran a reanudarse las obras de Mestalla.

Otra cosa es la Fundación del Valencia CF, que sigue estudiando las posibilidades legales para generar los 5'6 millones necesarios para pagar los intereses del préstamo de Bankia, antes de que expire el período de mora del 27 de noviembre y el Consell, mediante el Instituto Valenciano de Finanzas, deba hacer frente como avalista. El anuncio ayer de la ruptura del plan Bankia complica, un poco más si cabe, el futuro de la actual propietaria del 75 % de las acciones del Valencia. Ni se ponen nuevos títulos a la venta ni nadie mueve ficha.