Se está convirtiendo en una estampa habitual. Tras cada final de encuentro, los jugadores se acercan a la esquina ocupada por la Curva Nord Mario Alberto Kempes para entregarles sus camisetas, y premiar así el apoyo de los 1.500 entusiastas hinchas. El caso de este colectivo es un fenómeno que nada a contracorriente de lo que acontece en el resto del estadio, donde la crisis económica y una política de precios que el club ha reconocido como erróneo ha despoblado la grada con una pronunciada caída en los abonos. El de la Curva Nord, que se ha estrenado esta temporada, es el único sector del campo en el que la demanda de socios ha subido.

En su primer año de vida, la Curva ha completado con facilidad las 1.500 localidades ofrecidas y el club estudia la posibilidad de ampliar la próxima temporada la grada. Los elogios de directivos, arrancando por el propio Manuel Llorente, y de los jugadores han sido constantes. La Curva Nord, autofinanciada e inspirada en la imagen de las "curve" italianas y que está pensada para ser trasladada al futuro nuevo estadio, con mayores facilidades arquitectónicas, acoge a jóvenes entre 18 y 35 años. Nace de la fusión de la peña Yomus y de Gol Gran, que hasta la fecha habían animado al equipo desde sectores diferentes del estadio: primero en los fondos norte y sur y que luego, con la eliminación de las localidades de pie, se trasladaron a las dos esquinas colindantes con Tribuna. El único colectivo que no ha entrado a formar parte es VCF-Sud, una escisión del originario Gol Gran y que ha preferido seguir animando desde la parte más alta de la grada del fondo sur.

Obligado buen comportamiento

En un estadio de aspecto cada vez más desangelado, la animación se ha concentrado en la Curva. La gran condición que ha ofrecido el club para aceptar una vieja reivindicación es el del buen comportamiento: "Es una postura que hemos dejado clara: no consentiremos el más mínimo episodio violento en esa grada". Esa es la razón que llevó al club a practicar exhaustivos controles de seguridad en la entrada al estadio de los miembros de la Curva Nord, que no han dudado en exteriorizar su malestar por tanto celo.

La Curva Nord llegó a plantear que no animaría esta tarde contra el Espanyol o incluso que no entraría al campo. Una medida de fuerza que provocó esta semana una reunión con el club, que buscará el modo de suavizar la rigurosidad de los controles -entre las quejas se incluían que se revisaban hasta los bocadillos-, sin rebajar en ningún momento el nivel de seguridad. Hoy ante el Espanyol la Curva Nord no faltará a su cita.