Se le acumula el trabajo no sólo a la Fundació Valencia CF, sino a la sociedad valencianista en su conjunto. La velocidad a la que se mueve la actualidad provoca que ni siquiera el nuevo orden en el gobierno del club se pueda planificar. Ni las reuniones previas realizadas antes del desembarco del nuevo patronato han conseguido tener consistencia porque la actualidad cambia casi en horas. El presidente de la Fundació y delegado del Consell en este proceso de reconstrucción, Federico Varona, tiene la intención de convocar elecciones a la presidencia, según se reconoció ayer a Levante-EMV desde el propio patronato. O, por lo menos, presentarlo ante una Fundación que, seguramente, no sale de su asombro. La idea, aunque es una reivindicación social, se pretende para ya, algo que gusta bastante menos entre la gente que acompaña a Varona en este proyecto «político». Hasta el punto que empieza a vislumbrarse cierta desazón entre los miembros de la entidad valencianista.

La idea de «democratizar» el Valencia y que ésta pueda elegir líbremente el presidente es un proceso nada sencillo a corto plazo. Porque, entre otras cosas, no bastaría con que las acciones de la Fundació no votaran: seguiría habiendo una gran desigualdad entre los accionistas: desde los que tienen dos mil acciones a los que tienen solamente una.

Con lagunas jurídicas

Y para renunciar a ese derecho que otorga el derecho mercantil (tantas acciones, tantos votos), sería necesaria una revisión jurídica muy profunda en un mes y medio, el que habría hasta la celebración, el 4 de junio, de la junta de accionistas. Y no hay que olvidar, de cualquier modo, que el actual reparto accionarial es el que es porque la sociedad anónima valencianista dejó de ser democrática desde que, en 1992, los abonados no compraron las acciones que les correspondían en el cociente.

Una decisión mal tomada llevaría a una rápida impugnación de cualquier accionista que viera lesionados sus derechos y mandar al traste el proyecto. Otra cosa es que la elección se centre, como también se ha barajado, en que la elección «popular» (abonados, accionistas o abonados-accionistas) sea la del sentido de voto de la Fundació y su paquete accionarial y que éstas fueran las que, según el resultado del particular referéndum, bendijeran al presidente, llámese Pedro Cortés, Andrés Sanchis, Jaime Ortí, Vicente Vallés, Manuel Llorente, Paco Roig, Fernando Gómez o Antonio Sesé.

Sin embargo, no todos en el patronato están muy de acuerdo con esta idea, sobre todo, por plantearse con excesiva precipitación y porque la delicadísima situación del club de Mestalla necesita un gobierno sólido, técnico y casi sanitario antes de poder garantizar un futuro mejor, con el ahogo económico máso menos solucionado, y en el que ya pudiera abrirse el abanico a cualquier candidatura.

Una reunión clave

Federico Varona tiene esa idea y el patronato tendría que aprobarla en los próximos días (no se van a reunir hoy, como en principio iban a hacerlo: lo harán la próxima semana por procedimiento legal), donde quizá no encuentre todo voces que apoyen unánimemente la propuesta. Salvo que las condiciones que pusiera Varona a los posibles candidatos elegibles fuera de su agrado. Hasta ahora, cualquier accionista ha podido ser presidenciable, sin tener que avalar una parte del presupuesto.

Los acontecimientos se solapan uno tras otro, porque esto se produjo ayer, el mismo día que tomaba posesión de la presidencia Vicente Andreu y lo hacía lanzando, de buenas a primeras, una carga de profundidad contra los rectores reales del club: «Yo tengo cuarenta veces más acciones que todo el patronato». Mientras desde el patronato se insiste en que hay un ambiente absoluto de «cordialidad», los mensajes que llegan desde el club indican lo contrario, como el dardo lanzado por Andreu, mientras Llorente y otros consejeros asentían con la cabeza desde la primera fila. La distancia entre los dos bandos es evidente.

Producto de una lógica ansiedad, tras precipitarse los acontecimientos, el máximo responsable de la Fundación prefiere ganar tiempo para tomar las primeras decisiones. Hasta el 4 de junio, las funciones ejecutivas continuarán al cargo del actual consejo, con la supervisión del patronato, máximo accionista de la entidad con el 70,4 por ciento de las acciones.

Pero todas las decisiones de cara a la próxima temporada, como es lógico, corresponden a Varona y sus compañeros de viaje: Abordar la renovación de Ernesto Valverde, las ventas de futbolistas, los fichajes, los precios de los abonos y otros aspectos básicos que conciernen a la elaboración del próximo presupuesto. Con la junta convocada para inicios de junio, los patronos conocerán si el Valencia está clasificado para la Liga de Campeones. Un dato vital.

El patronato, que ahora bastante tiene con apuntalar su propia estabilidad, algo que está cada vez más en duda, esperaba la colaboración del gobierno saliente de la entidad para ejecutar su plan de viabilidad. El escenario ha cambiado radicalmente con la renuncia de Manuel Llorente.

Andreu, presidente eventual

Vicente Andreu Fajardo será, hasta la celebración de la junta general extraordinaria, el presidente del Valencia. Un sueño para uno de los grandes veteranos de la vida social del club de Mestalla, que aceptó rápidamente el ofrecimiento de Manuel Llorente. La presentación de Andreu, más allá de los aspectos emocionales que conlleva, reflejó ayer la tensión existente entre el actual gobierno del club y la Fundación. El consejero respondió con rabia cuando se le preguntó por la venta de sus acciones a Juan Soler, en plena guerra accionarial del Valencia («Vender acciones no significa tener más o menos apego a un club. También vendí acciones del BBVA en su momento») Los consejeros se sienten traicionados por la Generalitat, del que no esperaban que formara un gobierno tan pronto.

Andreu aseguró ayer, eso sí, que durante los casi dos meses que van a seguir al frente del club no tomarán decisiones sin contar con «los que van a estar después». El nuevo presidente reconoció que la Fundació VCF pidió que la junta fuera retrasada en el tiempo. «Teníamos previsto hacerlo con los tiempos mínimos legales, pero por parte del patronato de la Fundación, se nos ha solicitado que se hiciera la primera semana de junio». Tiempo para, si no se echa (o echan) atrás la idea de Varona, ponerla en práctica, para alegría de unos y sofoco de otros.