«Ha amanecido un precioso día soleado en Boston. Eso no puede estropearlo ningún ser humano». Así se despertó el martes en la capital de Massachusetts Santiago Sanz, el atleta en silla de ruedas de Albatera (Alicante), de 32 años, aún conmocionado pero tranquilo tras vivir muy de cerca el terrible atentado en el maratón que costó la vida a tres personas e hirió a otras 176, 17 de ellas en estado crítico.

Lo de menos para Santi es haberse proclamado campeón de su especialidad con un tiempo de una hora, 56 minutos y 52 segundos. «Ante unos hechos tan trágicos, carece de importancia el resultado», destaca el alicantino por teléfono desde su hotel de Boston poco antes de coger un vuelo rumbo a Atlanta, donde continuará su preparación para participar en otras seis pruebas más en EE UU antes de volver a Albatera el próximo 31 de mayo.

Con una asombrosa serenidad, solo en medio del caos que sacude a la gran potencia mundial, Santiago Sanz repasa los instantes previos y posteriores al atentado, «que pudo acabar en una masacre porque, además de los 27.000 corredores, había decenas de miles de espectadores a lo largo de todo el recorrido». El atleta de Albatera -que llegó a Boston el domingo invitado por la organización del maratón para participar en la prueba de exhibición- cruzó la meta en primer lugar sobre las 11.10 de la mañana, hora local (17.10 de la tarde en España). Apenas tres horas después se registraba la primera explosión cuando la prueba principal de la carrera llegaba a su fin en la confluencia de las calles Boylston y Exeter.

A 500 metros de la tragedia

Los atletas en silla de ruedas entraban a la meta justo por el lugar del estallido, en el lado izquierdo de la calle. «Se me pone la piel de gallina de pensar lo que podía haber pasado», recuerda Santi, que escuchó las dos explosiones desde su hotel, situado a escasos 500 metros del lugar de la tragedia, pero no las relacionó en primera instancia con un atentado, sino, quizás, con un temblor de tierra. «Fueron dos grandes estruendos, pero en el primer momento no les presté gran atención. Bajé al vestíbulo del hotel sobre las cuatro de la tarde y fue entonces cuando empezamos a conocer los datos sobre el alcance del atentado gracias a las redes sociales y a una conversación telefónica con mi mujer».

Tras los primeros instantes de estupefacción, Santiago Sanz mantuvo la calma en la habitación de su hotel durante cuatro horas más y sobre las 20.00 se animó a salir para cenar algo. Sólo en ese momento reconoce que sintió algo de miedo cuando se dispararon los rumores sobre posibles nuevos artefactos que resultaron ser falsos. «Cuando salí había muchas medidas de seguridad y todo estaba acordonado por el ejército. Sentí algo de miedo, pero no mucho, cuando se difundió que habían desalojado otro hotel para desactivar un artefacto explosivo y que, supuestamente, había un incendio en una biblioteca».

El atleta albaterense y varios compañeros se tuvieron que alejar del centro para cenar y consiguieron pasar la noche relativamente tranquilos. «La gente parece recobrar lentamente la calma, aunque supongo que nos vamos a encontrar muchas medidas de seguridad para llegar al aeropuerto», comentaba Santiago a primera hora del martes en Boston, inquieto por el futuro de estas pruebas tras el atentado: «Londres anuncia medidas extremas para la próxima semana, pero no sé cómo se va a controlar un recorrido a lo largo de 42 kilómetros con cientos de miles de personas como espectadores. Un maratón no es como un estadio de fútbol o un pabellón de baloncesto».

Las imágenes del horror

Ante las imágenes del horror vivido en las calles de Boston, Sanz ha querido poner distancia: «Hacía frío y traían a los corredores a los hoteles. Una compañera me comentó que trajeron a una atleta que fue alcanzada por la explosión y estaba totalmente desorientada y era un verdadero drama. Prefiero quedarme al margen de esas imágenes porque luego te marcan para el resto de tu vida».

Acostumbrado a luchar y a competir en solitario, dotado de una extraordinaria fuerza mental, Santiago Sanz ya prepara en Atlanta su próxima prueba en Kentucky: «Mi carrera sigue adelante y sólo espero que ningún corredor vuelva a vivir estos momentos tan tristes».