El levantinismo creía tenerlo todo olvidado. Aquella fama de club polémico que se granjeó durante el mandado de Pedro Villarroel ha vuelto, sin embargo, con toda su fuerza. Con una crudeza jamás esperada por la gente «granota», que ha vivido su ciclo más glorioso desde que el club entró en el proceso concursal en verano de 2008. Nadie imaginaba entonces la transformación que iba a experimentar la institución: el Levante UD pasó de estar en Segunda a jugar la Liga Europa esta temporada y convirtió su gestión en el referente a seguir por el resto. De ser un equipo vinculado durante años a los supuestos amaños de partidos a ser un modelo por sus valores deportivos.

Hasta ahora, junio de 2007 había sido la última fecha que había ensuciado el escudo del Levante UD. Una grabación revelaba como el equipo «granota», con la categoría salvada, se había dejado ganar supuestamente en San Mamés, ante un Athletic que se jugaba la permanencia. La reproducción de una conversación entre el entonces presidente, Julio Romero —Pedro Villarroel continuaba como máximo accionista— y el capitán del Levante UD, Iñaki Descarga, sacaba a relucir, igual que ahora, un enfrentamiento en el vestuario: Descarga reconocía en aquella cinta como un grupo de jugadores, que él lideraba, se había enfrentado a otros futbolistas, como el portero José Francisco Molina, para regalar la victoria a los vascos.

Aquella afrenta a la reputación del Levante UD, que no tuvo consecuencias jurídicas pese a ser investigado por la Liga —entonces no era considerado un delito— refrescó otros episodios rocambolescos de la era Pedro Villarroel, con fama de pagar a otros equipos durante su intento por sacar ya, en los 90, al equipo de Segunda B en aquellas liguillas tan proclives a las acusaciones de compras de partidos. Fue en junio de 1996 cuando el nombre del Levante UD saltó por primera vez a la palestra por un asunto turbio. El Córdoba, uno de los rivales en la promoción, acusó a Villarroel de haber sobornado al árbitro del partido Córdoba-Levante UD, Fidel Valle Gil, con el pago de tres millones de pesetas. El presidente del club andaluz, Rafael Gómez, presentó un escrito ante la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) para denunciar este hecho, además de pedir la apertura de un expediente disciplinario contra el colegiado. Gómez aportó entonces el testimonio de un radioaficionado que afirmaba haber escuchado una conversación que implicaba al árbitro del partido. El encuentro terminó con victoria levantinista por 0-1, que ese mismo curso consiguió el ascenso a Segunda A.

Explicaciones en el Congreso

Más ruidoso fue el episodio vivido en la temporada 2002-03. El Leganés había hecho público un intento de soborno del Levante UD hacia su futbolista Clotet, al que supuestamente Villarroel le había ofrecido un contrato por dos años si el Leganés perdía en su visita a Valencia. El asunto llegó al mismísimo Congreso de los Diputados, cuando la socialista Amparo Valcarce pidió al entonces vicepresidente del Levante UD y diputado del PP, Vicente Martínez Pujalte, que explicara los hechos en pleno debate parlamentario.

Aquellas acusaciones del Leganés no llegaron solas. El futbolista del Bermeo Javi Camacho aprovechó la tormenta para denunciar en una radio nacional haber recibido una «llamada sospechosa» en nombre del Levante UD años antes con motivo de un partido de promoción de ascenso a Segunda División. Otra vez el Levante UD en boca de todos. Y por el mismo asunto de siempre. Curiosidad: a la siguiente temporada, el conjunto vasco pasó a ser un club asociado al Levante UD.

Años más tarde, las acusaciones llegaron desde Lorca, que se jugaba el ascenso a Primera División junto a los «granotas». El presidente del equipo murciano, Antonio Baños, acusó al Levante UD, en mayo de 2006, de pagar 18.000 euros a cada futbolista del Valladolid por dejarse ganar. El club azulgrana consiguió el ascenso a Primera División aquella vez, la penúltima antes de que su nombre haya vuelto a mancharse.