Aquella mañana, tras ganar la Copa del Mundo de Pelota a Mano en trinquete con la selección cubana cogió su maleta y se largó de la concentración de Bayona. Nadie se enteró. Lo había pactado con un buen amigo de Pamplona, «con dinero y que me quiere mucho», dice. Alguien lo recogió en la puerta del hotel y le entregó un pasaporte falso. «A partir de este momento eres español», le dijeron. Tomó el tren de Pamplona a Madrid y de Barajas a México. Le esperaban los amigos cubanos exiliados en Miami. «Hay que pasar de México a USA, porque allí es más fácil sobornar. Es imposible esa operación aterrizando directamente en los EEUU», afirma.

Estaba dispuesto a todo. Doce mil dólares sujetados con esparadrapos en las pantorrillas, bien apretados, por si tocaba correr… Y tuvo que hacerlo. Vaya que sí. En el aeropuerto de México un policía de aduanas le espeta: «Este pasaporte es falso. Usted no es español. Usted es cubano, ese acento le delata y le vamos a enviar allí». A Waltari le subió la sangre al cerebro. Estaba perdido. Regresar a Cuba tras una deserción del equipo nacional era condenarlo a una cárcel segura…Waltari intentó explicar, negociar…, pero no había manera. Increíblemente le salvó un alboroto en la sala de inmigración. El policía volvió la vista y raudo, como un lince, Waltari recogió sus papeles y se lanzó a una carrera en busca de la libertad…

«De pequeño, sin madre, criado en la calle, aprendí a ganarme la vida. Hasta las tres trabajaba robando gorras y bolsos. Después, en el frontón Ferretero, donde se cruzaban apuestas ilegales jugando a pelota a mano. Allí había que ganar, sí o sí. Si perdías tocaba cenar agua con azúcar. Así es la vida. Allí aprendí el valor de la verdadera amistad», recuerda el pelotari.

Quizás por ello Waltari, 33 años, luce ahora ropa de Armani. En Miami pudo triunfar como jugador de béisbol pero no sería un campeón. Y regresó a la pelota vasca en Iparralde, donde todo lo ha logrado. Es el profesional más admirado. Una azafata rubia de Air France se enamoró de él. Está felizmente casado. Ahora ha pasado unos días de vacaciones en Valencia donde ha disfrutado de la compañía de Lemay, con una historia humana parecida.

Un negro jugando contra mocetones de raza vasca. A veces él sólo contra una pareja. «Yo juego con ventaja. Soy el único negro profesional…, me quieren ganar las figuras vascas del frontón pero saben que ese terreno del trinquete es mío, sólo mío. Ellos saben que no pueden acercarse a mi terreno…».

Waltari vino a Valencia a un desafio y cayó derrotado: «Aquello no se preparó bien. Me hicieron jugar con pelotas que no conocía, muy rápidas y botonas. Pedí un dinero, me lo pagaron y punto. En Iparralde los profesionales cobramos directamente. No necesitamos intermediarios que se lleven el dinero».

Su próxima gran cita será el Master de Bayona: «El empresario llenará las 2.500 localidades a 40 euros la entrada. Yo sé lo que tengo que pedir, soy la figura, el que llena. Nadie se va a aprovechar de mí. Nunca, nadie se ha aprovechado de mí. Eso se aprende cuando se sufre».

El jugador cubano tiene ilusión de jugar por los frontones valencianos: «Me haría ilusión una gira de una semana, sólo por cambiar de rutina» dice.