?Postiga es un delantero engañoso. Si se toman como referencia sus goles, la primera medida de valor que califica a los delanteros, las estadísticas no parecen abrumadoras. Hasta los 14 goles -sin disparar penaltis- que marcó el año pasado en el Zaragoza, su techo se encontraba en los 12 tantos anotados con Mourinho en el Oporto. Esos registros no esconden a un delantero completo, con mucha capacidad de sacrificio, con un notable salto y dotado de buena técnica para asociarse con sus compañeros. Un delantero combativo que conectará fácilmente con la grada de Mestalla, como en los últimos años hicieran Aduriz y Valdez, a quienes supera en talento.

En la comparación con Soldado sale perdiendo en cuanto a goles, pero los aficionados encontrarán similitudes. Como Soldado, Postiga vive también permanentemente al límite del fuera de juego, y no duda en emplearse a fondo en la presión sobre sus rivales. El resultado es que en el curso pasado fue el jugador de la Liga que más veces cayó en fuera de juego y que más faltas cometió. Al igual que Soldado, también destaca por su carácter "canchero", y es capaz de sacar de quicio a más de un defensa rival.

A punto de cumplir los 31 años, llega a Valencia en el mejor momento de una trayectoria que por momentos fue errática, con los fallidos periplos por el Tottenham, Saint Ettiene y Panathinaikos. A su carrera le faltaba un punto de equilibrio y calma desde las cuales reivindicarse. Postiga sale del Zaragoza revalorizado, algo que no pasó con Diego Milito en el anterior descenso maño, y ha obtenido la vitola de delantero goleador que nunca le acompañó. Para venir a Valencia ha descartado la tentación del retiro dorado en Catar y ha querido seguir compitiendo en la liga española. Quienes le conocen le definen como un delantero muy profesional, que lleva la competitividad hasta el extremo, en cada entrenamiento, que cuida mucho sus hábitos alimenticios, que tiene una buena instrucción académica y que se refugia en su entorno familiar, con costumbres muy ortodoxas, cuando se aleja del fútbol.

Su llegada al Zaragoza se produjo casi de rebote, en las últimas horas del mercado de verano de 2011. Eran los tiempos en los que la colaboración entre el presidente Agapito Iglesias y el agente portugués Jorge Mendes era más fructífera que nunca, con refuerzos rocambolescos como el del meta Roberto o Micael. El Zaragoza había tentado toda la pretemporada a Hugo Almeida, la mímesis de Postiga en la selección lusa, pero la operación no cuajó. A falta de 18 horas para el cierre de las fichas, Mendes se movió con celeridad y trajo a Postiga, muy criticado por entonces en el Sporting de Portugal.

Bien por falta de madurez o convicción, de Postiga ha existido la creencia que se trataba de un delantero muy por debajo de sus condiciones potenciales. Su trayectoria en la Romareda ha ido de menos a más. La influencia de Manolo Jiménez es una de las claves para que su rendimiento se disparara. El técnico andaluz centró a un jugador que pecaba, por su discretísimo carácter, de ser un delantero de perfil bajo, considerado eternamente como una alternativa o un complemento, como una promesa que se quedó a las puertas de explotar. La mano izquierda de Jiménez le recondujo, le hizo creer por fin en sus posibilidades y Postiga, por fin, disfrutó del fútbol. Tras muchos de sus goles acudía al banquillo a dedicárselos a Jiménez, a quien apodaba "el Jefe". Su madura irrupción ha cambiado la opinión de la prensa portuguesa, siempre escéptica con el futuro nueve de Mestalla. En Valencia, con el carácter dialogante de Djukic y la presencia de Pereira y Ricardo Costa, Postiga lo tiene todo de cara para prolongar su dulce momento de juego.