Ahora resulta que Mesut Özil es un mujeriego compulsivo, capaz de contratar vuelos privados cada semana para visitar a una explosiva novia venezolana en Milán; un tipo que saltaba de novia en novia como las abejas saltan de flor en flor. Özil, 24 años, traspasado por el Real Madrid al fútbol inglés, se fue a Londres con su nueva acompañante, Mandy Capristo, un año menor que él y una mujer que, como diría un castizo, se le ha subido a la chepa.

La prensa nacional lleva unos cuantos días aireando los devaneos de Mesut, un jugador de fútbol de los que salen pocos. A lo mejor es la venganza de Florentino Pérez, el presidente que se calló un montó de cosas sobre la vida privada del futbolista. La primera gran crisis tenía un nombre. Aida Yespica había sido Miss Venezuela y era conocida, en el sentido más bíblico del término, por media plantilla del Milán y tres cuartos de la plantilla del Inter (así, a ojo de buen cubero). Özil perdió el sentido, Mourinho se enteró y tomó cartas en el asunto. En el campo, Özil hacía maravillas un partido y desaparecía los dos siguientes. Cada viaje privado a Milán le costaba al chaval unos 18.000 euros.

Özil se había divorciado en 2010 de su esposa Anna María, una mujer de buen perfil pero que probablemente no pudo aguantar tanto ajetreo externo por parte de su marido. A partir de ese momento Özil entró en una vorágine de locura sentimental, por llamarla de algún modo. Por su casa pasaron al menos un par de novias formales. Su actual novia, con la que se fue a Londres, es cantante venida a menos. Tiene ahora una oportunidad de oro para recuperar el tiempo perdido. Si Bernabéu levantara la cabeza...

Su sustituto en el Madrid, Gareth Bale tiene un suegro presunto delincuente. Martin Rhys-Jones pena en una cárcel de los Estados Unidos su responsabilidad por lo que tiene toda la pinta de ser una estafa de telemarketing a gran escala, con venta de acciones basura a precio de oro. Hay toda una trama en el ajo, ciudadanos británico y estadounidenses, y en medio de ella el suegro Martin, padre de Emma, la esposa de Gareth, una chica modesta y nada ostentosa, con la que el jugador tiene una hija que no ha cumplido todavía el año. Si se demuestra su culpabilidad a Martin Rhys-Jones le pueden caer un saco de años de cárcel (por encima de la docena). Martin vivía en Barcelona donde la Policía le echó el guante.