No sabríamos aportar un átomo a la gloria tenística que Rafael Nadal remató la madrugada del martes, por lo que nos centraremos en la mejoría de una parcela menos jaleada de su trasiego tenístico. En su tercera reencarnación triunfal, ha musculado el inglés macarrónico de anteriores desempeños, y lo exhibe con orgullo. Ha ampliado el léxico, se ha familiarizado con el idioma de Gibraltar.

Nadal tiene una agenda tan revuelta como Ana Botella, y el tenista trabaja mucho más que Rajoy. Pese a ello, ha logrado dominar la lengua de Jack el Destripador. Esta conquista no le despistó de la senda hacia la victoria en el abierto de Estados Unidos. Después de Tokio, Tokiovic, con las mismas virtudes de una taladradora en ambos casos. Nadal demostró que el acento es menos importante que el discurso. Rajoy no tiene nada que decir en varios idiomas, el tenista destaca por su elocuencia mortífera en superficies cada vez más variadas. Madrid'20 fue derrotado por Tokio, por Estambul y debe agradecer que Bagdad no aspirara a organizar los Juegos. En cambio solo Tokiovic podía frenar la coronación de Nadal. Al mallorquín siempre se le han recriminado las limitaciones expresivas. Por eso nadie va a llamarlo genio, lo etiquetan de monstruo. No será un bello príncipe como Federer, siempre interpreta a la bestia vencedora.

Nadal y Tokiovic experimentaron sucesivos estados de gracia. Al candidato español le sorprendía ser amenazado desde la derecha, los pasajes de ayuno del serbio demostraban que ningún creador puede privarse a perpetuidad del chocolate que erradicó para convertirse en el número uno del mundo. A propósito, Botella tampoco debería culpar de su derrota al vestuario. El campeón mallorquín es el peor vestido del circuito y de las playas.

Tokiovic desplegó las virtudes impasibles de Tokio. La paciencia, el método científico para arrebatarle tres servicios consecutivos a su rival. Madrid era favorito hasta que los japoneses enseñaron la pasta. Nadal era favorito ante Tokiovic hasta que el serbio se comió toda la pasta del planeta en una dieta brutal. Sin embargo, las cualidades zen desmantelan a Madrid, nunca a Nadal. Así que venció.

Deberán perdonar la comparación entre un clásico, el Nadal-Tokiovic, y una astracanada, el Madrid-Tokio. Con la energía residual del partido ante el serbio, Nadal podría haber ganado otro torneo esa misma noche. Sin embargo, dedica el suplemento a mejorar su dicción del idioma de Carlos de Inglaterra y otros perdedores. Un ejemplo de altruismo.