­­Está ante su reto más importante. Y lo afronta con entusiasmo y prudencia. Miroslav Djukic (-abac, Serbia, 19 de febrero de 1966) hace una década que empezó a soñar con entrenar al Valencia. Una ilusión que el 5 de junio de 2013 consiguió. Ahora la desarrolla. Defiende que su filosofía futbolística es innegociable: quiere que el balón convierta en protagonistas a sus jugadores a través del juego de toque y asociativo, siempre orientado a buscar la portería rival.

¿En qué nivel situaría a la liga española respecto al resto de ligas europeas?

La española es la Liga que mejor cuida el balón y en la que los equipos, tácticamente bien dotados y trabajados, intentan ganar sus partidos a través del balón que es el principal actor. En la liga alemana predomina el poderío físico, y en la inglesa, se intenta hacer una mezcla y atraer futbolistas de calidad que juegan y la tocan bien pero con cierto físico. Los equipos italianos mantienen el modelo y siguen siendo muy tácticos y sobre todo buscan no perder partidos y, a partir de ahí, buscan la victoria.

España, tradicionalmente, importaba grandes jugadores y ahora los exporta. ¿Es por el salto de calidad dado por el fútbol español o es una de las consecuencias de la crisis?

De todo un poco. En un determinado momento se produjo un cambio de mentalidad y el español se creyó que estaba al mismo nivel o mejor que el resto. Cuando la selección española empezó a ganar títulos llegó el convencimiento de que lo español, tanto en jugadores como técnico, era bueno porque la calidad era más que evidente. La selección y el Barcelona han sido pioneros en un modelo de fútbol de toque y elaboración que todo el mundo ha querido imitar. Desde España se demostraba que, con un fútbol bonito para la vista, también se lograban buenos resultados. La filosofía de aquí es muy buena y eso ayuda a que se exporten jugadores y técnicos porque se busca aplicar una determinada idea.

¿Todo lo avanzado se está retrocediendo ahora? Las diferencias entre los equipos que compiten por la Liga son enormes respecto a los que, a priori, juegan por no descender y, al final, el resultado es que la competición se empobrece.

Tanta diferencia no es buena para nadie y los problemas económicos obligan a los clubes, digamos que no tan grandes como Madrid o Barça, a vender a sus mejores jugadores para poder subsistir. Las ventas suponen ingresos pero merman a los equipos y quitan calidad. Lo bueno es que las canteras son buenas y están muy bien trabajadas y de ellas salen otros chicos con calidad, aunque con menos prestigio, que suplen las carencias.

Unos, por necesidades económicas, miran hacia la cantera para completar las fichas y otros se refuerzan con jugadores de 91 millones y 57 millones. ¿Se puede competir así?

Los clubes grandes tienen un poderío que los otros ni tenemos ni aspiramos a tener. Con Madrid y Barça no luchamos en base de talonario sino apelando a otros valores o inventando otras cosas o haciendo el trabajo más que perfecto. Nosotros tratamos de hacer equipo y luchar con nuestras armas.

Cuando era jugador, ¿le molestaba que económicamente le trataran como un objeto y se hicieran negocios con usted?

Es una situación que asumes porque así es el fútbol. Se compra, se vende y se pone precio por un trabajo.

¿Cómo se trata, ahora que está en el otro lado, a un jugador que tiene el coste, o que gana, todo lo que el equipo rival junto?

Es algo que conlleva su dificultad. A ese jugador, que habitualmente suele tener el ego muy desarrollado, hay que hacerle ver que forma parte de un colectivo y que puede contentar su ego o mejorarlo a través del equipo. El futbol es un deporte colectivo y eso siempre debe prevalecer.

Se retira en el Tenerife y empieza su carrera como entrenador prácticamente sin darse ni respiro. Parece que lo tenía muy claro.

Siendo jugador ya pensaba como si fuera técnico. Jugando en el Dépor hice dos niveles de entrenador, el de juvenil y el de regional. Cuando acabé como futbolista hice en Las Rozas el curso de jugadores profesionales.

Y muy pronto le llegó la oportunidad.

Me llamaron para llevar la selección sub21 de Serbia y nos fue bien porque fuimos subcampeones de Europa. Luego me fichó el Partizan, fuimos campeón de invierno y lo dejé primero en la tabla cuando me llamaron para dirigir la absoluta de la selección Serbia. Fue una etapa bastante complicada por los problemas extradeportivos. El siguiente equipo fue el Mouscron belga y ufff... llegué a un club supuestamente millonario que, a mitad liga, lo expulsaron de la competición por impago y nos fuimos todos a la calle. La siguiente parada fue con el Hércules, que confió en mi en una situación difícil. El Valladolid me dio la oportunidad de debutar en Primera. El primer año fue difícil porque el club entró en ley concursal y los jugadores llegaron a estar seis meses sin cobrar, pero contra pronóstico logramos el ascenso.

Su carrera es corta pero sus vivencias lo deben haber endurecido porque fácil no lo ha tenidoDe todo se aprende.

Vistos sus antecedentes, los problemas sociales del Valencia, imagino que no le quitarán el sueño.

En todos los equipos se sufre y se tienen dificultades. Las experiencias anteriores curten y te van enseñando cosas. No hay un modelo de actuación, sino actuar sobre la marcha e ir reconociendo las situaciones. Lo vivido ayuda mucho a superar los problemas con los que te vas encontrando.

¿Su momento profesional más complicado?

Siempre hay. En una temporada se presentan muchas dificultades y hay que ser capaz de solventarlo y enderezar el rumbo en cualquier situación. En todas las campañas aparece un momento duro y difícil en el que, si lo superas, te endureces y sales airoso y vencedor; si no, mala suerte.

¿Cómo se vive mejor, de jugador o técnico?

De jugador, sin duda. Como jugador eres responsable de ti mismo y te preparas para hacer bien las cosas, mientras que como entrenador tienes que estar pendiente de veinte personas distintas, de la prensa, del aficionado y de un montón de aspectos. Como míster tienes que controlar y manejar muchas más cosas. Sin duda se vive mejor como futbolista.

¿Cuando se dio tiempo que el fútbol pasaba de ser una afición a un trabajo?

Cuando dejé el trabajo de conductor de excavadora y me fui a un equipo de segunda división. Pensé que ya no había marcha atrás, porque para mi familia el trabajo era un bien sagrado y una aspiración de todos. Entonces me dije que, en el fútbol, tenía que triunfar sí o sí. A mi padre , inicialmente, le disgustó.

En la Liga hay una hornada de técnicos que han sido jugadores de mucho nivel. ¿Ser entrenador es la salida profesional más natural para un futbolista?

La gente intenta transmitir sus experiencias de futbolistas a otros jugadores. Creo que es positivo porque llegas a un mundo que dominas pero en el que hay mucho que aprender como llevar un grupo o impartir la metodología. Haber sido un buen futbolista no significa que vayas a ser un gran entrenador, ni a la inversa.

Como técnico, ¿quién es su referente?

De todos y cada día se aprende. He bebido de mucha gente pero quiero ser yo mismo con mi personalidad y mentalidad. Voy viendo las cosas que hacen otros entrenadores, pues como atacan por la banda, como hacen repliegues, como cierra cuando encara a un lateral; observo las distintas maneras de trabajar y voy viendo lo que me gusta que haga mi equipo y como se puede combinar.

¿Le dedica al fútbol veinticuatro horas?

Sí, le dedico todas las horas del día. Si quieres aprender y mejorar, tienes que ver muchos partidos, entrenador, clubes, qué hacen... es un trabajo que requiere mucha dedicación.

¿Qué preferiría que fuera su hijo, jugador o entrenador?

Preferiría que fueran jugadores. Mis hijos viven este trabajo muy de cerca y sufren conmigo mi carrera de entrenador. Sufren mucho pero también, cuando hay éxitos, los disfrutan.