El Levantinismo ha vivido los dos últimos años en gran medida de sus delanteros africanos. Primero fue Koné, luego Martins y ahora la gran esperanza se llama Babá. Senegalés, como Diop, se ha integrado bien a la disciplina de Joaquín Caparrós y, rodado ya tras el parón liguero, pudo entrar ayer en la convocatoria. El público, en la grada, esperaba ansioso su debut. No se coreaba su nombre, es cierto, pero no faltaban las miradas hacia el banquillo, hacia la banda, sobre todo a medida que pasaban los minutos. «¿Lo sacas ya a calentar, Caparrós?» le hubiera gustado preguntar a muchos aficionados. Tampoco les hubiera hecho falta insistir demasiado pues el técnico, consciente de que para ganar a la Real necesitaba algo más, lo introdujo en el campo de inicio en la segunda parte por El Adoua.

La ovación se hizo extensible nada más sonar su nombre por los altavoces y las ondas radiofónicas lo repetían una y otra vez poco después. En dos minutos tuvo dos claras ocasiones. En la primera no llegó por poco a un centro de Rodas por la derecha y en la segunda, tras otro centro desde el mismo lado, se enredó con el balón y el portero.

Para darse a conocer, nada como un debut en casa. Babá lo sabía y estuvo activo en todo momento como cuando robó un balón en el centro del campo, realizó una pared con Ivanschitz (ojo con esta pareja) y se fue, como una exhalación, al ataque hasta que pudo rematar, a pase del austriaco aunque estrelló el balón en Bravo, que salió muy bien. Pero Babá no se rendía, quería ser el primero en marcar esta temporada en el Ciutat y fue una pesadilla para sus contrarios.

Si la temporada pasada Martins encandiló a Orriols desde su debut con su velocidad y regate, Babá lo hizo ayer con entrega, con ilusión y con mucha movilidad. Le aplaudían hasta cuando perdía el balón o cuando remataba desde muy lejos habiendo otras opciones mejores de jugada, y eso también es de agradecer para uno que empieza. Cuando todo parecía que iba sobre ruedas, tuvo algunas problemas gástricos y vomitó, regresó al campo y tuvo otra ocasión a centro de Rodas que remató raso, al portero. Pero no estaba bien, volvió a arrodillarse y a vomitar y tuvo que ser sustituido por un Nong que también debutaba. El senegalés no quería irse, pero Caparrós le obligó a hacerlo y se llevó la ovación de la tarde. Luego se supo que estaba resfriado y se le congestionaba la garganta provocándole los vómitos.