Siendo, como es, un hombre de ideas y conceptos puramente contables, lo de Manuel Llorente no son las palabras sino los números. La oratoria no le va. Para resumirlo en términos clásicos: es más de ciencias que de letras. De ahí que durante su mandato presidencial rehuyera los discursos y saliera escopetado en cuanto oteaba una cámara, un micrófono o, simplemente, un apagado plumilla. Arrancarle una declaración pública era toda una hazaña. Y en las contadas conferencias de prensa o entrevistas que concedió, había que sudar sangre para sacarle un titular homologable. Entre él que se acorazaba, y sus servicios de imagen y propaganda, que le blindaban, temerosos de su discurso balbuciente, M.Ll. resultaba impenetrable, berroqueño cual roca de granito. (Como lo cortés no quita lo valiente, he de reconocer en su honor que conmigo tuvo siempre un trato cordial y afable y jamás dejó de descolgarme el teléfono, como acostumbraba a hacer con muchos otros. Por lo que a mi respecta, un caballero. Es más: la crisis de los Varona's boys que le costó el cargo, dejó en suspenso una comida apalabrada con él y con su siempre fiel Jordi Bruixola. A ver si es verdad).

El caso es que, según me cuentan, aquel hombre tan reacio a pronunciarse sobre lo divino y menos aún sobre lo humano, ahora, descabalgado del cargo, no para. Habla raja hasta por los codos. Naturalmente, contra el actual Consejo, y sólo en privado. En público no le hemos oído pronunciarse. Dijo adiós, otorgó a sus turiferarios mediáticos su testamento su verdad, su versión de los hechos y teóricamente, se retiró a sus aposentos. Luego, Llorente ha hablado por boca de Fajardo incontinente verbal compulsivo quien es el encargado de transmitirnos el pensamiento de su admirado exjefe.

A todas estas, tal como barruntábamos, el otrora popular Clan de la Fonteta, que malmetía desde fuera del club en tiempos de Soler y Soriano, se ha reactivado. Estuvo dormido durante el mandato de Llorente, pero ahora ha salido de su letargo. Si como muestra vale un botón, ahí está la foto que ilustra estas líneas. Llorente, Bruixola y David Albelda, en amigable tertulia, compartiendo mesa y mantel hace unos días.

Como ciudadanos que pagan sus impuestos quiero suponer y socios del VCF que abonan sus pases no me consta lo contrario estos caballeros están en su derecho de constituirse en alternativa al actual consejo. Faltaría más. Pero que actuen a la luz del día y con taquígrafos delante. Que no lo nieguen ni se escondan. Porque si no es así, estaremos en nuestro derecho de sospechar que, en lugar de ejercer de leal oposición, se dedican a practicar la turbia conspiración.