Bankia ha encargado a la consultora KPMG la venta del Valencia y dos grupos de empresarios valencianos pugnan por la compra. La decisión de la entidad financiera cuenta con el visto bueno del Consell, pues el gobierno valenciano teme que la sentencia del recurso sobre el aval del crédito a la Fundació VCF sea contraría a sus intereses y por tanto vuelva a ser avalista del préstamo. Una situación que rehuyen tanto la Generalitat como Bankia. La administración de Alberto Fabra para evitar pagar la deuda de 81 millones, más intereses, de un club de fútbol, mientras el banco de José Ignacio Goirigolzarri para regatear el panorama jurídico-financiero de una operación tóxica heredada que puede dañar su imagen entre la afición valencianista.

La empresa KPMG elaboró la auditoría encargada por Aurelio Martínez y Amadeo Salvo sobre la gestión anterior, así que conoce a la perfección la débil situación económica del club. Ese estudio augura un panorama negro para la entidad de Mestalla si no hay una inmediata inyección de capital, incluso con un horizonte a corto plazo de problemas para hacer frente a las pagos corrientes, como las nóminas de los futbolistas. La conclusión de KPMG ha puesto en alerta al Consell y Bankia que han consensuado vender el Valencia a un comprador solvente, fiable y conocido.

No sé buscan futuros dueños en desiertos lejanos, ni entre magnates de economías emergentes. Bankia y el Consell quieren empresarios con lustros en la tribuna de Mestalla. Los primeros interesados se agrupan alrededor de los expresidentes Vicente Andreu y Manuel Llorente, y en el otro grupo activo están José María Mas Millet, Enrique Lucas Romaní y Juan Villalonga.

Andreu y Llorente cuentan además con el apoyo de algunos miembros de sus directivas como José Antonio García Moreno, y empresarios vinculados al Valencia desde hace años, como Javier Guerola, un industrial textil de la Vall d'Albaida, que dirige la compañía BC Fabrics con sede en Ontinyent pero con oficinas propias en Rusia, Ucrania, Brasil y Turquía. El empresario ha activado sus contactos internaciones para comprobar si existen posibles inversores en esos países.

Guerola participó en la creación de la plataforma Valencianismo de Base junto al exconsejero José García Roig, un colectivo con una fuerte implantación entre peñistas de la Vall d'Albaida, La Safor y la Marina Alta. Guerola y García Roig invitaron a Salvo a su cena estival celebrada a finales de agosto en Pedreguer. Sin embargo, el industrial ha participado ya en varias reuniones con el grupo de los expresidentes, la última celebrada hace unos días en Gandia. Llorente explicó allí que él no encabeza la búsqueda de inversores para el Valencia, pero que tras estar más de dos décadas en el club le siguen llamando mucha gente interesada en la entidad de Mestalla, y los atiende.

Llorente mantiene un estrecha relación con los actuales responsables de Bankia, así como con destacados miembros del gobierno de Fabra, como el conseller Máximo Buch y su equipo económico.

Segundo intento

El abogado de Juan Villalonga, José María Mas Millet, y el empresario Enrique Lucas Romaní nunca han ocultado su intención de hacerse cargo del Valencia. Su primer intento fue en el verano de 2008, cuando Villalonga estuvo de gestor del club durante unos días de julio. Su primera decisión fue ofrecerle a Lucas Romaní la presidencia.

La rápida espantada de Villalonga abortó el plan. Sin embargo, ahora vuelven a la escena blanquinegra, aunque algunos ya vieron su larga mano cuando el enero pasado Fernando Gómez Colomer presentó su plataforma Sempre Valencia que anunció el interés de un inversor por comprar el club, que nunca se desveló. Junto al exjugador, también aparecieron como promotores los economistas Juan Manuel Romero y Javier Villalonga, primo del intermediario que aspiró a controlar el Valencia.

Bankia ha recibido alguna propuesta más de fondos de inversiones que han llegado de la mano de conocidos empresarios valencianos. Sin embargo, el banco prioriza clarificar la propiedad del club, y por eso primero está dispuesto a desprenderse del paquete mayoritario de las acciones del Valencia, aunque el comprador se quedaría con la deuda de la entidad. Una vez despejada la propiedad del Valencia, Bankia ofrecería un plan aceptable de refinanciación de la deuda.