Miroslav Djukic y el Valencia toman oxígeno con la trabajada victoria en Getafe, gracias a un zambombazo desde 35 metros de Dorlan Pabón. Tres puntos que taponan la racha de tres derrotas consecutivas y que toman valor por la manera en la que se consiguieron. No fue un triunfo pírrico. El conjunto blanquinegro desempolvó todos sus valores colectivos. Atacó, defendió y sufrió junto, con muchas de sus deficiencias todavía presentes, pero siempre como un equipo. Esa es la gran conclusión, junto al saldo amargo de las lesiones de Alves, Mathieu y Piatti.

Un encuentro «para currantes», como avanzó Djukic en la previa. El serbio, casi en la picota, retocó nuevamente el once, con Alcácer en punta y Piatti con su primera titularidad en Liga. El factor diferencial llegó, sin embargo, con la cohabitación en la medular entre Parejo y Banega, que dieron identidad y constancia al fútbol del Valencia. Pabón jugó por primera vez pegado a su banda natural, la derecha, y su incidencia en el juego aumentó. Con todo, el Valencia simplificó su juego. Se hizo más lógico y efectivo, sin la previsibilidad de las últimas semanas. Como dato, en la primera mitad los visitantes habían chutado once veces a portería. El Valencia había desarmado al Getafe, del acreditado estratega García Plaza, que llegaba al partido a sólo un punto de las plazas de «Champions».

El Valencia se rehizo de la tempranísima lesión de Alves, que notó un pinchazo tras salvar un gol cantado a Maricá. El primero en avisar a balón parado fue Dani Parejo. Pero la vía principal llegó por la banda derecha de Barragán. El sustituto del lesionado Pereira, apuró una y otra vez su carril, siempre en sintonía con Pabón. El colombiano midió tres centros, casi consecutivos, buscando la anticipación al primer palo de Alcácer. El canterano cabeceó la primera de ellas al larguero. En las otras se quedó apenas a un palmo de marcar. En todo caso, quedó demostrada la inteligencia táctica de Alcácer con su movilidad sin balón, el rasgo que más le diferencia de Postiga. El partido se movía entre el dominio del Valencia y las llegadas puntuales, pero con pocos toques y peligro, del Getafe, movido por Pedro León y Lafita, pero fueron los de Djukic los que dieron el primer y definitivo golpe. Pabón, que había jugado a pierna cambiada toda la liga para buscar su recorte y potente disparo, se asoció por el centro e inventó un obús, con resbalón incluido, que se coló por la escuadra de Moyà.

Con el 0-1 el Getafe tuvo una actitud más agresiva en la segunda mitad. El partido se abrió y ganó en alternativas. Parejo y Banega, más cerca del área, perfilaron un Valencia más vertical. Se reclamó un penalti en cada área y Guaita, resarciéndose de sus errores en el Madrigal, le sacó un remate seco y bajo a Lafita. Los tintes épicos aumentaban con las lesiones de Piatti y Mathieu. Con los cambios ya agotados, el central francés aguantó como pudo, deambulando cojo por la medular. La incertidumbre se pudo haber ahorrado si Fede no se hubiese precipitado ante Moyà tras una contra de Parejo.

El desenlace no estuvo libre de controversia cuando el Getafe casi marca en una jugada de pillería y poco juego limpio, al no devolverle al Valencia un bote neutral para atender a Moyà. Así se lo recriminó Guaita a su excompañero Alexis en un amago de trifulca, punto culminante de un partido que sirvió para que el Valencia comience su reconstrucción con la recuperación de su espíritu colectivo.