Si todas las negras previsiones se confirman la final del Individual de Raspall entre Coeter II y Moncho podría pasar a la historia como la última partida televisada. La primera fue en el trinquet El Zurdo con Oltra y José Maria contra los hermanos Sarasol. Una etapa de más de 20 años en los que nuestro deporte ha entrado en los hogares al mismo nivel que el resto de espectáculos. La indignación en el mundo de este deporte crece por momentos por lo que supone de rejonazo a una seña de identidad de nuestra lengua y cultura. Han sido más de cuatro lustros de promoción, de divulgación, de investigación, de recuperación de la memoria de viejas leyendas.

Han sido años de expansión de este deporte por pueblos, escuelas; de construcción de recintos; de crecimiento de competiciones propias y de expansión internacional.

La Televisión Valenciana, sus imágenes de los europeos y mundiales han sido referenciales en todas las regiones pelotísticas del mundo entero. Resulta indigerible volver a la época del olvido y de la marginación.La final de hoy en Piles estará marcada por esta circunstancia. En el mundo de este deporte no se habla de otra cosa. Quedan restos de esperanza, de que personas influyentes del propio partido del gobierno de la Generalitat actúen con valentía y se lancen a cumplir con los deseos de un pueblo que se reconoce en tantas imágenes cercanas, impregnadas en el alma y la historia de nuestros pueblos y ciudades.

No, no es posible volver a la uniformidad despersonalizadora. No podemos tirar por la borda lustros de legítimo orgullo por haber rescatado y normalizado señas de identidad de un pueblo que quiere seguir siendo pueblo. La TVV no es una empresa para asfaltar carreteras o para cuidar los bosques. LA TVV es el espejo de los sentimientos de un pueblo. Contra eso se atenta. Y contra eso hay que rebelarse. Ya nos han robado bastante en los bolsillos para que ahora nos roben el alma.

Desde la humildad de un cronista de pilota valenciana pero desde la autoridad moral de años de lucha por este deporte apelo a gentes que sienten latir su corazón valenciano para que se rebelen contra quienes atacan lo más sagrado de un pueblo. O se rebelan o pasarán a la basura de la historia como traidores a su pueblo. Porque hay soluciones, claro que las hay, antes que bajar el telón. Y sin necesidad de cerrar hospitales ni escuelas.