La Liga BBVA para motores este fin de semana para permitir que la Selección española de fútbol protagonizara un bochornoso episodio. La visita a Guinea Ecuatorial sirvió para que la Federación de Villar recaude fondos con los que engorda las ya de por si jugosas nóminas de sus jugadores. O sea, que los futbolistas no pueden invocar la inocencia y hacerse el loco cuando se les inquiere sobre la situación social de la excolonia. Al contrario, son los protagonistas de la mascarada y el dinero que percibirán por ese partido es muy probable que esté manchado de sangre.

Y no digamos nada de los dirigentes de la FEF, empezando por su presidente, tan mudo y cínico al respecto, siguiendo por alguno de sus conmilitones federativos, que hasta no hace mucho, lucía eso sí, a escondidas la camisa azul con el escudo bordado en rojo; y terminando con la jefa de prensa, convertida en censora de la libertad de expresión y en comisaria política del impresentable dictador Obiang. La tal Paloma ha actuado cual cancerbero infranqueable. La Roja se ha cubierto de gloria.

Así que mejor volvamos al campeonato doméstico, que cumple el primer tercio de su trayectoria.La Liga transcurre según los parámetros previstos por expertos y adivinos. Si acaso, cabe resaltar la firmeza del Atleti, convertido en una amenazante alternativa a los dos gallos. Se trata de un equipo de autor el Cholo Simeone que pone de manifiesto el decisivo papel que puede jugar el entrenador en el comportamiento de un equipo. Frente a las grandes superproducciones que son Barça y Madrid, se alza este proyecto colchonero basado en un guion propio, muy cuidado por su técnico, sin el corsé de las obligaciones comerciales que atenazan a los proyectos megalómanos de Madrid y Barça, ambos intratables aunque con dudas identitarias.

En el polo opuesto podríamos situar al Valencia, con un entrenador que, según confesión propia, no acierta a dar con la tecla. Djukic ni siquiera ha encontrado el piano. En parecida trayectoria zigzagueante se mueven el Sevilla de Emery, la Real Sociedad a la que le pesa demasiado la Champions y un Málaga muy desarmado. En la otra Liga, compiten de momento Athletic, Villarreal, Getafe y hasta el mismo Elche, que tras los titubeos del debut, se ha afianzado como otra obra muy personal de su entrenador, Fran Escrivá, convertido junto con Marcelino, en la revelación de los banquillos. El Levante de Caparrós va cumpliendo con su misión y está en disposición de asumir espectativas más ilusionantes. La sorpresa negativa corre a cargo del Rayo, tan apabullante el año pasado y tan castigado ahora. El resto, a pelear de nuevo por la permanencia.

De los 130 partidos que se llevan disputados, 102 han acabado en victoria y los otros 28 en empate. Se han marcado 365 goles, a un promedio de 2,80 por partido. Han sido utilizados 448 jugadores que remataron a puerta en 3.308 ocasiones, se pasaron el balón 121.133 veces, vieron 707 tarjetas amarillas y 26 rojas. Son los datos de una Liga que ha rebajado, en general, su nivel de brillantez. La crisis obliga a los clubes a frenar sus dispendios y los futbolistas optan por emigrar.