El Barça...¿ tiene corazón? Por supuesto. ¿A qué viene esa pregunta tan extravagante? En la novela de Dickens «Tiempos difíciles», alguien pregunta a Blitzer si tiene corazón, y la respuesta de Blitzer podría estar firmada por Zubizarreta o cualquier aficionado azulgrana: «La circulación no puede funcionar sin corazón. Ninguna persona, familiarizada con los hechos establecidos por Harvey en relación con la circulación de la sangre, puede dudar de que tengo corazón». Es eso, pero no es eso. El corazón del Barça no está en el conmovedor compromiso de Alexis o Pedro, ni en la exquisita presencia en el juego de Iniesta o Cesc. Tampoco está en el hueco que dejaron el pasado sábado las ausencias de Valdés (bien, Pinto, bien), Messi, Alves, Jordi Alba y Xavi. El corazón del Barça ni siquiera está en la melena de Puyol. El Barça tiene corazón, como lo demuestra la circulación del balón. Pero el corazón del Barça no es un músculo hueco, ni un jugador emblemático, sino la misma circulación de la pelota.

No sé qué pensaría el médico inglés William Harvey, el primero (al menos, en occidente) que estableció que la sangre se distribuye por todo el cuerpo gracias al bombeo del corazón. El modelo circulatorio de Harvey es válido para el Barça, pero ahora sabemos que en el Barça el balón circula por todo el cuerpo, desde el portero a los delanteros, sin necesidad de un corazón que bombee la pelota arriba y abajo. El modelo circulatorio del Granada, por ejemplo, responde a la ortodoxia del sistema circulatorio propuesto por Harvey porque tiene un corazón llamado Iturra. Sin Iturra, el Granada es un sistema circulatorio que, en apariencia, funciona muy bien porque trata muy bien al balón, pero en la práctica falla en las dos áreas. Muchos pensaban que un Barça sin Messi y sin Valdés sería un Barça sin corazón. Se equivocaban.