Un cúmulo de circunstancias se alinearon ayer para ir poniendo obstáculos al Levante para que no solo no pudiera sacar nada positivo del derbi autonómico en casa contra el Villarreal, sino para que además saliera goleado, con la sensación de que incluso podría haber recibido más goles. Y, lo que es peor, con un jugador lesionado, Babá, y con otro, Keylor Navas, que se perdió casi todo el partido por una expulsión y que tampoco estará en Getafe.

El Levante empezó presionando arriba, consciente de la calidad del rival, pero también de que empezar por delante era muy importante. El planteamiento no les iba del todo mal, el choque arrancó igualado, sin claras ocasiones de gol, pero con los dos equipos acercándose. Pero, en un despiste defensivo, Uche se plantó solo ante Keylor Navas, intentó regatearlo y, el meta costarricense lo tocó, a lo que el árbitro rápidamente reaccionó señalando penalti y expulsión. Doble castigo que, es verdad que aparece en el reglamento, pero que no estaría de más cambiar porque la verdad es que cuando ocurre suele destrozar al equipo afectado y, por extensión, al partido y al espectáculo. Bruno no vaciló y marcó el cero a uno ante Javi Jiménez que había salido por Xumetra, otro gran perjudicado de todo este asunto. Era el minuto 13, quedaba casi todo el encuentro y el Levante, siempre con su afición respaldándole, tenía delante un arduo panorama.

Por si no hubiera suficientes problemas, Babá se lesionó en el minuto 23 y tuvo que ser sustituido por Rubén. De nuevo a cambiar las piezas, ahora, El Zhar era el hombre más adelantado, secundado por el mencionado jugador de Xàtiva y por Ivanschitz.

El Villarreal, mientras tanto, sin presión alguna, llegaba una y otra vez, aprovechaba las contras y también los desajustes de un equipo que no acababa de encontrar su sitio, para poner en apuros a un Javi Jiménez que había entrado sin calentar.

A medida que pasaban los minutos, los de Caparrós se iban «olvidando» de que estaban con uno menos, y fueron mejorando su juego y sus ocasiones. Diop pudo marcar de cabeza a centro de Juanfran, pero su disparo lo atajó Asenjo. Aún así, el dibujo ya parecía otro. El choque volvía a igualarse, pero precisamente el paso del tiempo amenazaba con lastrar las fuerzas de unos jugadores que tenían que multiplicarse en cada jugada, tanto a la hora de replegarse, como cuando tocaba salir al ataque.

Los temores se confirmaban en la segunda parte cuando el Villarreal iba llegando progresivamente al área «granota». No obstante, sus tiros se iban desviados y, consecuentemente, el Levante mantenía la esperanza de sacar algo positivo de este partido.

El Villarreal tampoco se fiaba de este Levante y prueba de ello es que cuando defendía los córners metía a todo el equipo en el área, aunque se quedara sin opciones de contra. Hernán despertó a los cerca de 1.500 aficionados amarillos que colmaban la zona para la afición visitante con un remate acrobático que se estrelló cerca de la cruceta. Era otro aviso de los de Marcelino. Querían ganar para afianzar las posiciones de Liga de Campeones y la verdad es que las cosas les iban bastante bien. Otra jugada rápida, ahora de Cani para Bruno, obligaba a lucirse a Javi Jiménez con una estirada que envió el balón a córner y que levantaba los aplausos de una grada con ansias de celebrar cualquier cosa ante lo poco que estaba ofreciendo su equipo en la zona de ataque.

Los visitantes, con las líneas muy juntas y solidarias, formaban una doble barrera que actuaba casi como un foso infranqueable ante el que los azulgrana intentaban combinar, pero sin encontrar espacios adecuados.

El cero a uno, aunque era corto, no le servía para nada al Levante. Caparrós, sabedor de ello, decidió arriesgar en los minutos finales y colocar a Barral arriba quitando a un hombre de la zona media como Diop. El equipo perdió en equilibrio, pero ganó en potencia y presencia arriba. La verdad es que le sirvió de poco porque Uche, a falta de 16 minutos para el final, lograba el segundo tras una buena jugada de combinación de su equipo. Esto, visto lo visto, y con un Levante lastrado por la expulsión, se presagiaba definitivo. No lo fue, pero no porque el Levante reaccionara, sino porque Uche todavía tuvo tiempo de inventarse una espectacular chilena en el área pequeña para poner el definitivo cero tres y provocar que casi todos los aficionados locales se fueran para casa a falta de dos minutos para el final y con ganas de haberse ido incluso antes.