Miroslav Djukic está más emplazado que Enrique IV de Castilla. Éste conquistó Gibraltar y pese a ello su reinado lo vivió con constantes acosos. Es lo que se le ha venido encima a Djukic que, además, no ha ganado ninguna batalla. Es casi ley que cuando un presidente confirma a un entrenador estamos en vísperas de la destitución. En el caso del míster serbio no se ha cumplido tal receta porque el presidente, Amadeo Salvo, ha jurado y perjurado que lo mantendría. Pero ya hemos llegado al cabo de la calle. Salvo ha comenzado a cambiar de opinión. «Yo no soy quien tiene que cesar a Djukic». Debió decir destituir porque el cese de una persona es más bien un deceso, que en este caso es muerte natural y civil. Se escuda en que no fue él quien lo contrató. Rufete, su alter ego futbolístico, ya ha dicho que van a «valorar el trabajo de Djukic». Rufete quiere saber «por qué el equipo está así». Para rematar, esta ha sido la puntilla: «En el fútbol de elite hay que ser rápido y flexible en los cambios». Es decir «mortus eris». O sea, gori, gori. En el Valencia tomaron el mando presidente y entrenador y la primera medida fue no prorrogar el contrato de Albelda, el único murciélago que le quedaba al escudo y que en estos momentos su baja es mucho más sensible dado que no hay quien cuide lo que Luis Aragonés denominaba pasillos de seguridad. Sin él los centrales, que no son lo mejor del equipo, están a la intemperie y de ahí que los contrarios encuentren en el área valencianista zona amiga. Salvo ascendió de los infiernos del paro a Rufete y éste se cargó a Juan Sánchez. Ahora ha mejorado su categoría profesional, se le denomina mánager, que ya es palabra española pronunciada a la manera castellana y no a la inglesa. Es uno de los grandes avances de la nueva directiva. Ahora hablan de Academy y otras lindezas. Desde la nueva cúpula se pretende crear estructura científica poniendo en nómina psicólogos, nutricionistas y otros especialistas que van a encarecer el presupuesto. No es cosa de menospreciar a profesionales como los que manejan los actuales dirigentes, que también contrataron un genio para conseguir grandes contratos y aún no se ven, pero los problemas del equipo, tengo para mí que no provienen de alimentación inadecuada o falta de motivación. Tengo la impresión que el mejor psicólogo sería un delantero que metiera goles, un centrocampista que ayudara a crear juego y un central que guardara la viña. Se ha perdido el tiempo en medidas tan innecesarias como pintar murciélagos en el graderío. El Valencia no está en crisis sólo por los resultados con entrenador que no sabe cuál es la alienación ideal, sino también por los y fichajes de medio pelo. El Valencia será en el futuro inmediato no lo que desee y proclame el dueto Salvo-Martínez. Quien manda es el señor Goirigolzarri. De él dependen quienes ahora dirigen. Incluido Rufete.