Es error comenzar a meditar sobre las carencias del actual Barcelona como consecuencia de la derrota en Amsterdam frente al Ajax. Es equívoco considerar que lo sucedido se debe a las sensibles bajas en la alineación titular. Los males se detectaron a comienzos de temporada. No es descabellado poner en relación los deficientes partidos de la selección nacional con las actuaciones del equipo barcelonés. Corren de consuno.

El Barça, derrotado por el joven y casi inexperto Ajax, contó con Xavi, Iniesta y Cesc. Tres de los grandes conductores del equipo cuya presencia, durante más de medio partido, pasó inadvertida. Tampoco compareció Pedro que parece en la misma línea. El problema barcelonista no reside únicamente en la ausencia de Messi, Hay algo más profundo. Contra el equipo holandés no jugó Alves y sería ceguera no tener en cuenta que éste ha perdido parte de su potencial. A él como a Xavi se le nota, tanto como la edad, el exceso de partidos. Puyol está al cabo de la calle, al final de su carrera. Iniesta casi ni se parece al que marcó aquel gol tantas veces ponderado. Cesc no se halla y entre falso nueve, centrocampista y jugador de enlace, ha perdido presencia en el juego tanto en el Barca como en la selección. Piqué ha perdido rapidez y buena colocación, Busquets no tiene la frescura del año pasado y Mascherano prodiga entradas a destiempo al haber perdido facultades físicas.

En el equipo catalán confluye, además, el cambio de entrenador, que intenta buscar planes "b" con que superar los problemas del previsible juego del tiqui-taca y ello no está dando los rendimientos apetecidos. Hasta ahora, con las victorias la ausencia del juego que tanto había complacido se sobrellevaba con cierta resignación. Los goles suelen tapar los males de fondo. Según Tata Martino, el público se divierte más que los periodistas que apuntan los males que padece el conjunto. Ciertamente, no hay nada más placentero que ver ganar a los tuyos. En el Camp Nou se habían habituado al triunfo basado en la excelencia y ahora, esta no comparece. Solamente lo hace en pocos momentos.

El Madrid, que tampoco ha encontrado todavía la excelencia que reclama Florentino Pérez con los grandes fastos, con los fichajes estratosféricos, de momento, parece más consistente que el Barca. Cristiano está en el mejor momento de su carrera. Su presencia ante el gol está siendo más rentable que Messi, aun haciendo excepción de las lesiones. Bale no ha estallado todavía, pero se le adivina poder rematador de alto calibre. Puestos a comparar parece más fiable que Neymar.

El brasileño está siendo el animador del ataque azulgrana. Es artista, imaginativo y, sin embargo, aún no ha mostrado capacidad goleadora. Se le escapan demasiadas ocasiones de gol. Hay veces en que le sobra el ultimo regate, y otras, no muestra tino suficiente y malogra la jugada. Da muchos pases de gol y ello no es suficiente para convencer al personal y justificar el desembolso de su contrato.

El juego del Barca se ha atascado y el de las selección nacional, también. Están corriendo parejos porque, hasta ahora, lo que interpretaba La Roja no era otra fórmula que la barcelonista. El Barca, probablemente, cuando reaparezca Messi, si lo hace a pleno rendimiento, recuperará potencialidad atacante, mas ello no tendrá, naturalmente, traducción en el equipo nacional. El tiqui-taca está en crisis porque la enfermedad la padecen quienes lo interpretan y, de momento, no auguran grandes satisfacciones. Además, pedir que la selección vuelva a ganar el Mundial es exigencia desmesurada.