Nunca tuvo el Valencia que recurrir al sentimiento para ocultar la realidad. El valencianismo siempre fue fiel, incluso en los momentos duros, y quizás ahí más. Pese a los despistados, el VCF cerrará una Liga peor que la anterior, que solo se repararía con el sueño europeo. Mestalla fue anoche un centro de alto rendimiento cardíaco. Vaya semanita, dejarse empatar en Almería tras hacer el gol más rápido de la historia blanquinegra, y tres días más tarde perder después de adelantarse en el minuto seis. Para ser justos, hubo muy mala suerte, porque en la segunda parte, los de Pizzi tuvieron tres ocasiones clarísimas para ganar. El tercero del Getafe y la posterior tángana demostró que el equipo está a borde de un ataque de nervios. Pedro León buscaba la provocación y Mathieu cayó como un principiante. Mal asunto, porque el Valencia pierde uno de los mejores para la visita a Pisuerga. Pero las lamentaciones no devuelven los tres puntos, así que la cara del valencianismo volvió a ser un poema con el pitido final. Le tocó mucho el «sentiment», para ser suaves.

La llegada del preparador argentino había disparado el optimismo para amarrar una de las plazas europeas, pero por aquellas cosas que nunca se sabrán se ha desinflado y aunque mantiene intacto el compromiso y el tensón, no hay manera. El tren de Europa se fue y ahora queda esperar a que el jueves en Basilea salga la versión buena, porque a este paso me temo que el campo se irá vaciando sin remedio. La fuga de abonados continua, pero lo preocupante es que muchos socios ya hayan decidido ausentarse para quedarse en casa, o ni eso. Las 32.000 almas en un partido trascendental habla a la claras del desapego entre la cátedra de Mestalla y lo que pasa en el club.

El VCF dispone del cuarto presupuesto de la Liga, con 90 millones, 30 menos que el Atlético. Casi sale a millón por la diferencia de puntos con los colchoneros. Sin embargo, supera en treintena a Athletic, Real Sociedad y Sevilla, mientras por cuarenta a Espanyol y Villarreal, cinco equipos que van delante. Novenos en la clasificación, y el Levante juega hoy en Granada y en caso de victoria conseguiría los mismos puntos que su vecino. Omito el presupuesto «granota». Por tanto, algo se habrá hecho mal, y las buenas compañías recurren a la autocrítica para salir a flote, pero primero hay que tapar las vías de agua. Sin embargo, observo que algunos pretenden ser la orquesta del Titanic.

Entramos en la semanita de la venta, donde habrá más sorpresas de las esperadas. Algo va fuera de los previsto. Me ha puesto sobre aviso un gran conocedor de los movimientos telúricos de Amadeo Salvo y Aurelio Martínez. Según mi garganta profunda, si la cosa estuviera encauzada y a ramos de bendecir, hubiéramos asistido a una tournée del presidente de la Fundación. Como eso no ha ocurrido, podemos esperar cualquier cosa. En el Valencia la realidad supera a la ficción desde hace años, por tanto hay que prepararse para lo desconocido. De fútbol, habrá que esperar hasta el jueves.